Por Carlos Garfias Merlos, Arzobispo de Acapulco |
Los acontecimientos de Iguala, han generado un escenario y ambiente de polarización y desencuentros entre los diversos actores, sectores e instituciones de la sociedad. Tal situación no favorece la construcción de la paz. Es necesario encontrar los espacios, los caminos y crear las capacidades para dialogar y encontrar acuerdos que abonen a la paz.
En este sentido, “El mejor camino para alcanzar los consensos que son necesarios para la creación de estructuras sociales justas, es colaborar con los hombres y mujeres de buena voluntad y encontrar juntos caminos para dialogar, con un lenguaje común y comprensible, sobre los problemas del ser humano en lo concreto de las circunstancias de la nación mexicana. Para ello, es necesario educar y favorecer en nuestros pueblos todos los gestos, obras y caminos de reconciliación y amistad social, de cooperación e integración” (Exhort. Past. Que en Cristo nuestra paz… 167). “El fundamento de este diálogo es la ley moral universalinscrita en el corazón humano, que constituye una auténtica «gramática» del espíritu, con la cual la sociedad puede afrontar las situaciones que amenazan la paz. El punto de partida, sin duda alguna, es la preservación de los fundamento de la convivencia humana: verdad, justicia y libertad, que los discípulos de Cristo asumen desde la fuerza que los mueve, que es la fuerza de la Caridad” (Exhort. Past. Que en Cristo nuestra paz… 168).
La Arquidiócesis está en la mejor disposición de contribuir como puente de diálogo, comunión y reconciliación. En los días pasados, he tenido la oportunidad de encontrarme con las familias de los jóvenes muertos y desaparecidos de Iguala. Lo he realizado con el objetivo de acercarme a ellos, darles consuelo y ofrecerles un acompañamiento integral desde las parroquias. En el Colegio de Decanos, he exhortados a los decanos a crear vínculos con los diferentes actores y sectores de la sociedad, la Iglesia tiene algo que ofrecer en el proceso de reconstrucción del tejido social. Y a los sacerdotes párrocos Ies he pedido que a la brevedad inicien en sus parroquias la Experiencia de Renovación y Reconciliación Parroquial. Invito a todos a impulsar una cultura de diálogo, que nos permita escuchar, analizar y debatir las diferentes propuestas. Sólo a través del diálogo alcanzaremos la paz.