El Observador Permanente de la Santa Sede ante la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York, el arzobispo Bernardito Aúza, intervino recientemente en la LXIX Sesión de la Asamblea General en la que se trató el tema de la »Erradicación de la Pobreza».
En su discurso, el nuncio destacó que los países deben desarrollar políticas y estrategias de lucha contra la extrema pobreza, en lugar de confiar en soluciones preconcebidas, y que los análisis y las propuestas para dar una solución deben basarse en experiencias vividas, más que en soluciones prefabricadas desde el exterior, que no siempre están desprovistas de pinceladas ideológicas.
Asimismo dijo que el desarrollo sostenible requiere la participación de todos en la vida de las familias, comunidades, organizaciones y sociedades ya que dicha participación es el antídoto contra la exclusión, ya sea económico, social, político o cultural. Y matizó que una de las barreras que obstaculiza tal desarrollo sostenible es la exclusión de las mujeres de la participación activa en el desarrollo de sus comunidades. »Excluir a las mujeres y a las niñas de la educación y someterlas a la violencia y la discriminación viola su dignidad inherente y los derechos humanos fundamentales».
Antes de finalizar, acentuó que »la pobreza no es sólo la exclusión del desarrollo económico, es tan multifacética y multidimensional como la persona humana misma. Aparte de su expresión económica más obvia, la pobreza también se manifiesta en las dimensiones educativas, sociales, políticas, culturales y espirituales de la vida… El desarrollo es más que la suma total de las inversiones para alcanzarlo. En nuestros esfuerzos por erradicar la pobreza, siempre debemos volver al principio fundamental, promover el auténtico desarrollo de todo hombre y de todos los pueblos. Cada uno de nosotros tiene que contribuir. Cada uno de nosotros puede beneficiarse. Esta es la Solidaridad».