Por Juan Gaitán |
Esta semana tuve la oportunidad de compartir con un grupo de jóvenes el tema: ¿Quién dicen ustedes que soy yo? La amiga que me invitó a dirigir dicha reflexión me pidió que presentara a Jesús como es realmente.
Sin embargo, la intención de hablar de Jesús como si lo conociera por completo me pareció algo pretensioso. Así que, mientras preparaba la reflexión, me resultó útil la vía negativa: ¿Qué no es Jesús? Aquí comparto algunas de mis conclusiones, son imágenes falsas de Jesús que a veces creamos dentro de nosotros mismos, casi sin darnos cuenta.
Jesús spa: Jesús no es un simple recurso tranquilizante para estar bien con uno mismo, para sentir una paz interior que llene de buenos sentimientos mi vida, como una especie de té espiritual para los males del alma. Él sí es consuelo, esperanza, paz, pero esto se funda en su amor hasta el extremo al que somos invitados, en la donación de uno mismo, no se trata de un cuento de hadas.
Jesús mandamiento: Muchos sectores dentro de la Iglesia recurren a citas bíblicas de los evangelios para juzgar, señalar, regañar; pero es necesario dejar claro no es cristiano presentar a Jesús como un conjunto de mandamientos. Es una imagen falsa.
Jesús rayos y truenos: ¿Cuántas veces no hemos escuchado a mamás decir: «pórtate bien en misa o le voy a decir al padrecito» o en el catecismo «si no se portan bien vamos a rezar el rosario» o «Jesús mira todo lo malo que haces»? Esto es antievangélico. Como decimos en México: no me ayudes, compadre.
Jesús héroe de la independencia: Jesús fue revolucionario, hizo temblar las estructuras de religiosas y políticas de su tiempo, se comprometió con los más necesitados, les anunció la liberación y los puso en el centro de su predicación, sin embargo, sería mentira decir que Jesús invitó a la violencia como medio de transformación social.
Jesús de seda: En los primeros siglos de la Iglesia surgió una herejía que decía que Jesús fue ser humano en apariencia, que en realidad solamente era verdadero Dios, no verdadero hombre. Hoy es muy común imaginar a un Jesús resucitado, con mucha luz y vestiduras blancas muy limpias, olvidando que también se manchó las manos trabajando en los caminos de tierra de su pueblo, haciendo el bien a los necesitados de carne y hueso, padeciendo los sufrimientos propios de los seres humanos.
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