Por Mónica Muñoz |

Estamos próximos a celebrar la Navidad, fiesta hermosa que nos permite reunirnos con nuestros seres queridos y compartir con propios y extraños nuestros más nobles sentimientos y deseos de paz y armonía. Sin embargo, también se ha diluido el verdadero sentido de la Navidad. Se ha entregado al comercio la oportunidad de hacer de estas fechas un momento para la reflexión y la solidaridad generosa, para abrir paso al consumismo y gasto excesivo del dinero que, si bien no abunda, llega en mayor cantidad gracias a los aguinaldos y a que circulan los créditos a raudales.

Y por si fuera poco, a muchos les ha pasado de noche el motivo de esta hermosa celebración: el nacimiento de Jesucristo, Salvador del mundo, que quiso hacerse persona humana como nosotros para justificarnos por nuestros pecados. En su lugar, dejamos que una figura regordeta vestida de rojo, usurpe el Misterio magnífico del infinito amor hecho Hombre.

Sin embargo, mucha gente también experimenta el deseo de ayudar a los más desafortunados, por eso surgen loables iniciativas como la de reunir ropa abrigadora, despensas o cenas para ofrecer a hermanos de escasos recursos.  Gracias a Dios, muchos jóvenes se enrolan en actividades humanitarias de apoyo, que dejan en sus corazones un sentimiento de satisfacción y solidaridad.

Por eso, es importante pensar que Navidad es una oportunidad para hermanarnos unos con otros, permitiendo que los buenos deseos y sentimientos amables afloren y permanezcan durante todo el año.  Hemos escuchado hasta el cansancio en las noticias  que el mundo está inmerso en problemas graves, y nuestro país no es la excepción.  Causa temor darnos cuenta de que los delincuentes son cada vez más jóvenes, surgiendo en la mente inevitables preguntas: ¿qué orilla a estos muchachos a involucrarse en el crimen, organizado o no?, ¿acaso ya no tienen remedio?, ¿será que solamente la falta de oportunidades los arrastra a cometer actos ilícitos?

Pienso que las respuestas las tenemos todos, la sociedad debe participar en el rescate de chicos y chicas que sueñan con un futuro brillante, ese que sus familias quizá no puedan darles pero que entre todos podemos construir.  Y me refiero a ser responsables en las cuestiones cívicas, a tratar a los demás como queremos que nos traten a nosotros, a respetar los lugares para discapacitados, a ser amables con todos, en fin, hay muchas maneras de transformar nuestros ambientes, porque se trata de cambiar cada uno de nosotros para que se note.

Además, es importante trabajar en el rubro de la educación, algo en lo que los gobiernos invierten poco porque hay muchas necesidades que solventar en otras áreas.  Pero hasta esto puede realizarse con cambios simples por nuestra parte, por increíble que parezca, pero pensemos: si evitásemos tirar basura en las calles, la ciudad ahorraría en servicio de limpieza y el drenaje no estaría tapado en tiempo de lluvias, evitando gastos innecesarios.  Si respetásemos a los demás, no habría pleitos y el índice de violencia descendería, por lo que la policía estaría menos ocupada. Si los conductores manejaran a la velocidad estipulada e hicieran lo que marcan los señalamientos de tránsito, evitarían infracciones y, sobre todo, acabarían con las “mordidas”, que tanto dañan la integridad del quien las ofrece y quien las acepta.  Estos son sólo unos cuantos ejemplos que  se me vienen a la cabeza, quizá muy ingenuos pero que ayudarían a transformar la realidad en la que vivimos.

Y como siempre, el cambio debe iniciar en el seno familiar.  Si papá y mamá se esmeran en educar a sus hijos de palabra y ejemplo, estarán contribuyendo con el saneamiento de la sociedad.  La corrupción empieza en la casa, si no se ponen límites a los niños, no esperemos que este mundo permisivo y hedonista lo haga.

Hay mucho que reflexionar, mucho que agradecer y mucho que hacer, por eso, que esta Navidad se convierta en un momento de amor, paz y felicidad, recordando que el Salvador del mundo también padeció sufrimientos y que nunca nos dejará solos.

¡Ah!, y no gastemos más de la cuenta, estar juntos y sanos es el mejo regalo que podemos tener para esta fecha tan especial, quitemos el signo de pesos al Nacimiento de Cristo.

¡Que tengan una feliz Navidad!

 

 

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