Por Juan Gaitán |
Las primeras comunidades cristianas, del siglo I al siglo III, se caracterizaron por vivir el Evangelio de un modo auténtico, como no se ha vivido en ninguna otra época de la historia. El modo de vida novedoso que llevaban atraía con mucha fuerza a los no cristianos. Estas comunidades constituían una minoría poblacional en el Imperio Romano que padeció brutales persecuciones. La opción para los cristianos era: o renegar de la fe en Jesucristo o morir cruelmente. Profesar la fe en el Bautismo significaba jugarse la vida.
A continuación comparto un fragmento de una entrevista que realicé sobre este tema al Doctor en Historia de la Iglesia, Roberto Jaramillo, decano de la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia de México, y a Gustavo Corona, un alumno de la misma Facultad.
Juan Gaitán: ¿Qué nos enseña la Iglesia de los primeros siglos a la Iglesia actual?
Dr. Roberto Jaramillo: Pues mucho, mucho. ¡Empezando por vivir como cristianos! Sí, porque eso es lo que atrajo, lo que atrajo a los grecolatinos y más que nada lo que da a conocer el cristianismo en la sociedad. Porque, si lo pensamos bien, en este momento nuestra sociedad es tanto o más pagana que aquella en la que nació el cristianismo, eso no lo podemos esconder.
Es decir, los valores que priman en nuestra sociedad son muy distintos a los valores que propone el cristianismo. Y en este contexto adverso fue donde se crecieron los primeros cristianos y es donde ahora nos toca crecernos a nosotros. Obrar con coherencia y que se sepa que realmente vale la pena vivir estos valores.
Juan Gaitán: Desde el mismo tipo de vida que llevaban los ministros
Dr. Roberto Jaramillo: Desde el mismo tipo de vida que llevaban los ministros que en ese momento no eran, dijéramos, una clerecía aparte del pueblo, sino simplemente era un encargo de la misma comunidad. Ya cuando las comunidades se hacen grandísimas y ya alguien se necesita dedicar a eso de tiempo completo, bueno, pues comienzan los cambios.
Gustavo Corona: Sí, yo creo que aquí esta pregunta de qué nos pueden aportar las primeras comunidades de frente a lo que vivimos actualmente, es preguntarse qué testimonio podemos dar nosotros de fuerza, pensando en aquellos primeros cristianos que iban valientemente a defender la fe que tenían. Así como profesaban y se bautizaban animosos, de la misma manera iban a los tribunales, eran aventados a las fieras, quedamos en el fuego.
Yo creo que es fácil salir a la calle hoy y decir que se es cristiano y que alguna persona te pregunte o te reclame ciertas cosas que, a lo mejor, son hasta cierto punto, podemos decir justas, pero más bien se trata de retomar aquel valor de los primeros cristianos de no ser ajenos a lo que se está viviendo.
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