Primera de dos partes |

Por Juan Gaitán |

La mesa de diálogo convocada por los alumnos de la Universidad Pontificia de México, bajo el título La Iglesia frente a la corrupción, la injusticia y la violencia en México, llevada a cabo el pasado 8 de enero, fue, en definitiva, un «hecho histórico», como sentenció el padre Alejandro Solalinde.

Se trató de un encuentro que da mucho de qué hablar, que se presta a múltiples interpretaciones y a sentimientos encontrados. Fue un espacio para proponer, pero también para denunciar, para la autocrítica, para la condena de nuestro propio pecado, el pecado de la Iglesia en México.

Los ponentes (Mons. Ramón Castro, Miguel Concha OP, Javier Sicilia, P. Alejandro Solalinde, Mons. Raúl Vera y María Zamarripa ODN), en intervenciones de veinte minutos, expusieron múltiples ideas, las cuales, desde una interpretación personal, agrupo en los siguientes puntos. Son llamados de atención que debemos pensar y repensar una y otra vez y, sobre todo, responder a ellos.

Sinceridad al Evangelio

Las palabras del poeta Javier Sicilia (enmarcadas por un sublime manejo del lenguaje) fueron dichas desde su posición de hijo de Dios, de miembro de la Iglesia. En el auditorio de la misma universidad de los obispos de México, él hizo públicamente lo que muchas personas, laicos y sacerdotes, hacen en privado: denunciar la distancia entre el actuar de la Iglesia (principalmente de la jerarquía) y el Evangelio.

Si la Iglesia, parafraseando a Sicilia, no es sincera con el Evangelio, entonces es cómplice de los horrores de nuestro tiempo. A la jerarquía de la Iglesia en México que «unió al César con el Pobre de Nazaret», Javier Sicilia la llama con dureza: «esquizofrénica», porque vive en dos realidades, la de documentos pastorales y los discursos, y la de su vida práctica.

El llamado fue a asumir el Evangelio con sinceridad. En un sistema político, económico y social que día a día genera víctimas, en especial entre los más vulnerables, la vivencia del cristianismo debe ser radical (¿hay otro modo de seguir a Cristo?). Hace falta, aseguró el poeta, que la Iglesia actúe en favor de la paz y la justicia, pero no a través de actos individuales, sino desde un Cuerpo de Cristo que, unido y organizado, se oponga a la violencia y defienda la dignidad de cada ser humano.

Centralidad del Reino de Dios

«Nunca más una Iglesia sin Reino [de Dios]». El padre Alejandro Solalinde cerró con esta frase su participación en la mesa de diálogo en la Universidad Pontificia de México. El Reino fue el centro de las obras y palabras de Jesucristo, de modo que una Iglesia que vive para sí misma y que se desentiende de la construcción del Reino es infiel a su misión.

Pero, afirmó Solalinde, tenemos un problema de base. Dijo que si preguntamos entre los fieles ¿qué es el Reino de Dios?, serán muchos los que no podrán responder. Así pues, hace falta una verdadera educación en la fe, pero que sea valiente, que tenga como centro a Jesucristo y al Reino de Dios, que proponga la fe como realmente la exige el cristianismo: entregada, comprometida y del lado de los menos favorecidos.

La encuesta Creer en México indicó que actualmente alrededor del 80% de mexicanos se consideran católicos. Eso en el mismo país en el que la cantidad de muertes y desapariciones alcanza «cifras de guerra», como dijo la hermana María Zamarripa.

Esta alarmante y vergonzosa paradoja deja claro que hace falta una educación en la fe menos doctrinal y más evangélica, hace falta que la Iglesia asuma su misión de constructora del Reino, y no se limite al culto infértil.

 

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