Por Gilberto Hernández García |

«Foro histórico». «Mesa inédita». «Acontecimiento impensable». Fueron algunos de los calificativos que recibió el foro «La Iglesia frente a la corrupción, la injusticia y la violencia” organizada por estudiantes de la Universidad Pontificia de México», y donde se reunieron para la reflexión el poeta y activista Javier Sicilia; Raúl Vera, obispo de Saltillo; Miguel Concha Malo, dominico, defensor de derechos humanos; Alejandro Solalinde, director del Albergue para migrantes «Hermanos en el camino»; María Zamarripa, religiosa; y Ramón Castro Castro, obispo de Cuernavaca y presidente de Justicia y Paz de la CEM.

La jornada, además de propiciar la reflexión crítica ante la situación por la que atraviesa el país, tuvo como objetivo «apoyar las acciones y otras iniciatvas de la sociedad civil, con una mirada centrada en el Evangelio, y desde esa perspectiva «cooperar para que se creen sinergias en  la búsqueda de soluciones que hagan frente a las insostenibles pautas de violencia, impunidad y discriminación», en palabras de  los estudiantes organizadores.

En el foro se dijo que la Iglesia, como institución social, tiene una gran responsabilidad que no siempre afronta. «No debemos ser una comunidad ajena a la realidad que nos rodea, no debemos automarginarnos en la participación de  los que sucede cada día. La Iglesia debe ser más propositiva paraayudar a recuperar el tejido social desde las familias y las comunidades, proponiendo el Evangelio y la autenticidad de vida, la dignidad de las personas. Muchas religiosas, sacerdotes y laicos están comprometidos con la gente, pero faltan más», había señalado anteriormente el rector de la UPM, Mario Ángel Flores.

La paz, fruto del amor y la justicia

El obispo Ramón Castro señaló que «No se construye la paz a través de la violencia. La violencia no constituye jamás una respuesta justa. Reconstruirnos como sociedad más humana significa responder desde la caridad y el perdón. La respuesta de todo creyente ante estas situaciones es transformar el dolor en amor, la desesperanza en esperanza, la violencia en paz y la injusticia en compromisos concretos de trabajar por el bien común».

La violencia como contraria a la Encarnación

Por su parte, el poeta y activista Javier Sicilia, que dijo que al no ser un hombre de institución o de partido, habló  «como hijo de la Iglesia: con toda la libertad que esa condición de hijo me otorga. Porque hay mucha gente que confunde a la Iglesia con un partido y se alinea a las peores causas o calla en nombre de ese partido o institución. Pero la Iglesia no es eso; la Iglesia es el cuerpo de Cristo; y es un compromiso pertenecer a ese cuerpo divino». Señaló que «en la Iglesia de nuestro país hace falta el Cristo encarnado. Casi quinientos años de evangelización, casi quinientos años de buenas intenciones y espléndidos documentos pastorales  ¡Y miren dónde está este país!»

El poeta afirmó que nuestro compromiso como Iglesia no debe limitarse a hacer el conteo de los 60,000 muertos, los 30 mil desaparecidos o los 500 mil desplazados. «Limitarse a hacer conteos o a realizar cifras corresponde a una actitud conservadora».

 Compromiso con los derechos humanos

En su participación, el dominico y director del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, Miguel Concha, aseveró que el tejido social proviene desde la familia y por ello se debe de recuperar para llegar a la prosperidad que necesita México. Luego de hacer un recuento de la evolución del tema de los derechos humanos en el país y de la situación en que se encuentra en nuestros días, dijo que el foro convocado por los estudiantes de la UPM, significa un paso importante de la Iglesia para involucrarse efectivamente en la realidad por la que atraviesa México.

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