«Una sociedad de hijos que no honran a sus padres es una sociedad sin honor», «destinada a llenarse de jóvenes áridos y codiciosos», pero una sociedad «que no le gusta estar rodeado de hijos, que los considera especialmente una preocupación, un peso, un riesgo, es una sociedad deprimida», como sucede en Europa. Y «si una familia generosa en hijos se ve como si fuera una carga, hay algo mal». Es lo que ha dicho el Papa Francisco en su catequesis de la audiencia general, celebrada en la Plaza de San Pedro,
El Santo Padre continuó así sus reflexiones sobre la familia, refiriéndose en esta ocasión a los hijos como don de Dios para los padres y la sociedad.
Tras destacar que un hijo es amado por ser hijo y no porque sea bello, sano, bueno o porque piense o encarne los deseos de sus padres, el Obispo de Roma recordó que ser hijos nos permite descubrir la dimensión gratuita del amor, de ser amados antes de haber hecho nada para merecerlo, antes de saber hablar o pensar, e incluso antes de venir al mundo, “lo que representa – dijo – una experiencia fundamental para conocer el amor de Dios, fuente última de este auténtico milagro”.
Aludiendo al cuarto mandamiento que nos pide “honrar al padre y a la madre” el PapaBergoglio afirmó que una sociedad que descarta a sus mayores es una sociedad sin dignidad, que pierde sus raíces y se marchita; mientras una sociedad que no se rodea de hijos, que los considera un problema, o un peso, no tiene futuro.
Además, teniendo en cuenta que la concepción de los hijos debe ser responsable, el Santo Padre también dijo que el simple hecho de tener muchos hijos no puede ser visto como una decisión irresponsable, puesto que la vida rejuvenece y cobra nuevas fuerzas multiplicándose.
Y en el sucederse de las generaciones – concluyó – se realiza el designio amoroso de Dios sobre la humanidad.