Por Gilberto Hernández García |

Del 19 al 21 de febrero se llevó a cabo el Congreso de Evangelización, catequesis y comunicación, bajo el lema «La catequesis en la actual cultura de la comunicación», en el marco de los cien años de fundación de la Sociedad de San Pablo  (paulinos). El encuentro, que tuvo lugar en la Universidad Pontificia de México, buscó favorcer la reflexión y aprendizaje sobre «esos tres campos intrínsecamente unidos en las tareas y desafíos de los discípulos de Jesucristo».

La idea del congreso, a decir de los organizadores, surge al reflexionar que a pesar de algunos esfuerzo laudables por encontrar  métodos efectivos de catequesis, «en la mayoría de nuestras iglesias nos hemos limitado a   una práctica ordinaria de algo que podríamos llamar catequesis ocasional» como condición para la recepción de los sacramentos. Por eso el encuentro ha pretendido «contribuir a la superación de los retos que se derivan de la actividad catequística y de los desarrollos comunicacionales».

Una catequesis para tiempos violentos

El primer día de actividades, el obispo auxiliar de Puebla y secretario general de la CEM, Eugenio Lira, abordó el tema de «La transmisión de la fe a la luz de la Nueva Evangelización», donde puntualizó que a pesar del ambiente relativista que pretende desechar a Dios, dentro del ser humano hay un «anhelo religioso»;  las personas buscan «algo grande capaz de llenar su existencia, de darle sentido y de ofrecerle una vida plena sin final». «La religión sigue siendo un motor social».

Por su parte, el sacerdote Omar Osiris López García, secretario de la  Dimensión Nacional para la Nueva Evangelización y la Catequesis (DNNEYC), al hablar sobre las tareas de este organismo de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), sostuvo que la DNNEYC «es consciente de los retos que enfrenta la catequesis en el país y desea colaborar de manera subsidiaria para hacer de la catequesis y de los catequistas medios eficaces para qué los fieles profundicen en el patrimonio de la fe».

El padre López García señaló que «la catequesis jamás debe perder su dimensión cristocéntrica y social, pues de ello depende que tanto el catequista como sus interlocutores se conviertan en agentes de transformación social». Por eso se busca «incidir en los planes diocesanos para ir creando un proyecto global de catequesis articulado y coherente que responda a la verdaderas necesidades de los fieles en México».

En ese sentido subrayó que la DNNEYC no puede permanecer indiferente antes las situaciones sociales, económicas, religiosas y culturales que vive nuestro país, si desea que la catequesis sea un medio para su transformación. Frente a los grandes problemas de México –particularmente la violencia causada por organizaciones criminales, la corrupción de altos mandos, la impunidad y las graves deficiencias en la impartición de justicia–, «buscamos dar respuesta desde el campo de la catequesis».

El secretario ejecutivo de la DNNEYC reconoció que «como Iglesia no hemos ejercido el papel profético que le corresponde y el esfuerzo por buscar alternativas de formación y participación social». Por eso se siente la urgencia de la conversión personal que lleve a la conversión pastoral y favorezca una verdadera renovación de las estructuras caducas.

Con la fuerza del Espíritu

En conferencia Magistral, el padre Francisco Merlos Arroyo reflexionó sobre los desafíos de la catequesis en la actual cultura de la comunicación. Dijo que «al catequista corresponde responder a  las exigencias que comporta la presencia del Espíritu creador en él»; habida cuenta que el mismo Espíritu es quien suscita «otros lenguajes o recrea los antiguos» para comunicar en este tiempo las «riquezas inagotables del misterio de Cristo». y abundó: «reflexionar acerca del lenguaje en la catequesis no es cuestión intrascendente u ociosa. Es el reto fundamental de todo comunicador de fe llamado a ejercitar la rica gama de lenguajes que expresen densamente el Evangelio y soliciten del hombre la conversión».

Por su parte, el padre Manuel Olimón, al hacer un acercamiento histórico al trabajo catequético de la Iglesia, explicó que los diversos momentos de la enseñanza cristiana han sido «motivados por un impulso que viene del Espíritu Santo»;  y recordó que el hombre de hoy «rodeado de satisfactores de los sentidos, pero tantas veces solitario en el desierto bajo un árbol sin follaje, está sediento de agua viva […] que encuentra en el seno de la Madre Iglesia».

Además de otras conferencias y paneles de reflexión, una novedad dentro del congreso fueron los talleres denominados «laboratorios para comunicar la fe», donde los participantes pudieron acercarse a la fotografía, la producción radiofónica, el uso del video, el libro creativo o el teatro, como medios adecuados a la cultura contemporánea en el afán de la trasmisión de la fe.

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