El Papa Francisco envío el sábado por la tarde un mensaje en vídeo a los 500 representantes nacionales e internacionales reunidos en Milán, sede de la EXPO 2015, para abordar el tema »Las ideas de la EXPO 2015- Hacia la carta de Milán».
En el vídeo el Papa menciona su intervención el pasado mes de noviembre en la Conferencia sobre la Nutrición organizada por la FAO en Roma, cuando afirmó que »el interés por la producción, la disponibilidad de alimentos y el acceso a ellos, el cambio climático, el comercio agrícola, deben ciertamente inspirar las reglas y las medidas técnicas, pero la primera preocupación debe ser la persona misma, aquellos que carecen del alimento diario y han dejado de pensar en la vida, en las relaciones familiares y sociales, y luchan sólo por la supervivencia».
»En efecto, hoy, a pesar de la multiplicación de las organizaciones y de las diferentes intervenciones de la comunidad internacional sobre la nutrición vivimos lo que el santo Papa Juan Pablo II indicaba como »paradoja de la abundancia»: hay comida para todos, pero no todos pueden comer, mientras que el derroche, el descarte, el consumo excesivo y el uso de alimentos para otros fines, están ante nuestros ojos. Esta es la paradoja. Por desgracia, esta »paradoja» sigue siendo actual. Hay pocos temas sobre los que se esgrimen tantos sofismas como los que se dicen sobre el hambre; pocos asuntos tan susceptibles de ser manipulados por los datos, las estadísticas, las exigencias de seguridad nacional, la corrupción o un reclamo lastimero a la crisis económica».
Y para superar la tentación de los sofismas, »ese nominalismo del pensamiento que va lejos, lejos, pero que no toca nunca la realidad»`, el Papa sugiere tres actitudes concretas: Pasar de las urgencias a las prioridades, ser testigos de la caridad y ser tutores pero no padrones de la tierra.
»Tened una mirada y un corazón que no estén orientados a un pragmatismo de la emergencia – que se revela como una propuesta siempre provisional- sino una orientación decidida a resolver las causas estructurales de la pobreza. Recordemos que la raíz de todos los males es la inequidad», dice Francisco , repitiendo a los representantes de la EXPO cuanto afirmó en su exhortación apostólica »Evangelii gaudium»: »No a una economía de la exclusión y la inequidad. Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa». ¡Cuidado!: Ya no se trata sólo de la lógica de la explotación, sino a la del descarte. De hecho, «los excluidos no son sólo explotados, sino »desechos», »sobrantes».
»Si realmente queremos resolver los problemas y no perdernos en los sofismas, hay que resolver la raíz de todos los males que es la inequidad. Para ello hay que tomar algunas decisiones: renunciar a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y actuar en primer lugar sobre las causas estructurales de la inequidad».
«La política, tan denostada -señala el Papa, explicando la segunda actitud -es una vocación de altura, es una de las formas más valiosas de la caridad, porque busca el bien común…¿Dónde debe, pues, iniciar una política económica sólida?… ¿Cuáles son los pilares de los llamados a administrar lo público? La respuesta es precisa : la dignidad de la persona humana y el bien común. Desafortunadamente, sin embargo, estos dos pilares, que deberían estructurar toda política económica, a veces parecen sólo apéndices agregados desde fuera para completar un discurso político sin perspectivas ni programas de verdadero desarrollo integral. Por favor, sed valientes y no tengáis miedo de interpelaros en los proyectos políticos y económicos por un sentido más amplio de la vida porque os permite servir verdaderamente al bien común, y os dará fuerzas par multiplicar y volver más accesibles para todos los bienes de este mundo».
Para el tercer punto, el Papa volvió a citar la frase que escuchó hace años de un anciano campesino »Dios siempre perdona, los hombres perdonamos a veces, la tierra no perdona nunca». Y exhortó a custodiar a »la hermana tierra, a la madre tierra para que no responda con la destrucción». »Frente a los bienes de la tierra -prosiguió- estamos llamados a «no perder nunca de vista ni el origen, ni el propósito de tales bienes, a fin de lograr un mundo justo», como dice la Doctrina Social de la Iglesia. Se nos ha confíado la tierra para que sea una madre para nosotros, capaz de dar a cada uno lo necesario para vivir… La tierra no es una herencia que hemos recibido de nuestro padres, sino un préstamo que nos hacen nuestros hijos para que la conservamos, la hagamos prosperar y se la devolvamos».
»La actitud de la custodia no atañe exclusivamente a los cristianos, concierne a todos -concluye – A vosotros confío lo que dije durante el comienzo de la misa de mi ministerio como Obispo de Roma: «Me gustaría pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en los ámbitos económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos custodios de la creación, del plan de Dios inscrito en la naturaleza, custodios del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y muerte acompañen el camino de este mundo! Pero para ser custodios, tenemos tambien que cuidar de nosotros .. No hay que tener miedo de la bondad, incluso de la ternura. «Custodiar la tierra no sólo con bondad, sino también con ternura».