Por Mario Piña, Universidad Pontificia de México |
Día de esperanza, de nuevos caminos, de un mundo nuevo; día para empezar la refundación de México. Este 5 de febrero el obispo Raúl Vera, acompañado de otras personalidades que tienen la confianza del pueblo, como el padre Solalinde, Javier Sicilia, Lidia Cacho, Francisco Toledo, fray Miguel Concha, presentaron el proyecto de la Constituyente ciudadana y popular. Nunca como hoy es tan necesaria, nunca como hoy estamos tan dispuestos a trabajar en lo necesario para que este país de fosas se reencuentre con su identidad, como pueblo capaz de creer y de construir vida.
Más de mil personas se reunieron en el Centro Universitario Cultural (CUC), donde los religiosos dominicos, desde hace tiempo, han buscado el diálogo con el mundo, el contacto con jóvenes universitarios. Hoy fue el lugar perfecto para continuar en el despertar ciudadano que ha empezado desde el «132» de la Ibero, y que con los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa ha colmado la tolerancia al dolor y la opresión. Ya no queremos ser esclavos de las estructuras de pecado, alienantes, hemos sido testigos cómo el gobierno en complicidad con el crimen organizado explotan a los mexicanos, y viven indiferentes ante el secuestro, muerte, desaparición y trabajo forzado de miles. No esperaremos a pertenecer también nosotros a los números de las víctimas.
¡Ya Basta! Declaraba tímidamente el episcopado mexicano. Allí acabaron los discursos, es hora de actuar. El proyecto de la constituyente quiere ser horizontal, busca la participación de todos los ciudadanos, queremos una ley que protege al pueblo y no al 1% de los de arriba. Tenemos la tarea de hacer eso que todos queremos.
«La era está pariendo un corazón, no puede más se muere de dolor, y hay que acudir corriendo que se cae el porvenir», nos cantaba Silvio Rodriguez. Todos sabemos qué pasa en el país, (corrupción generalizada) y creo que todos coincidiremos en que la solución es esta, empezar de cero, «que se vayan todos» escribían los jóvenes en el Zócalo. Ya no pueden más manipularnos con sus televisoras y medios vendidos, reconstruiremos un estado con oportunidades para todos, que cuide el medio ambiente, que proteja sus recursos energéticos, que pueda ofrecer educación pública a todos sus jóvenes, que produzca sus propios alimentos, soberanía alimentaria, el nuevo gobierno ya no estará a las órdenes de Washington, la prioridad será cada mexicana y mexicano. Es lugar para la utopía, para construirla entre todos.
Para que sea posible hay que trabajar juntos, reunirnos, asociarnos, volvernos una sociedad con capacidad de decidir, convertir nuestro sistema en una democracia directa, organizarnos entre vecinos, en universidades, en grupos de Iglesia, y soñar, y pedir lo imposible. Nuestra tarea como cristianos es más urgente que nunca: dar razón de nuestra esperanza, en nuestro México desgarrado. Nos queda de tarea tender manos que ayudan, abrir puertas entre el corazón propio y el ajeno, sobre todo nos queda hacer futuro a pesar de los ruines del pasado y los sabios granujas del presente, nos sigue diciendo ese uruguayo tan querido.
@malpiva