Por Francisco Xavier Sánchez |
Con gran tristeza hemos aprendido que el 13 de Abril del presente año se nos ha ido –aunque ya se había quedado para siempre– el querido Eduardo Galeano. Uruguayo de nacimiento, Latinoamericano de corazón, Universal de pensamiento.
Eduardo Galeano. Sociólogo, historiador, filósofo, poeta, periodista, etc. Muchos títulos para un sólo hombre. Enorme trabajo crítico para en realidad tan corto tiempo de vida. Porque después de todo ¿qué son 74 años para toda la obra que él nos deja como legado?
Recuerdo con agradecimiento la profunda impresión que me dejó su texto más conocido Las venas abiertas de América Latina, en dónde fui aprendiendo a leer la historia desde los de abajo, desde los pobres, desde los explotados que él tanto defendió con papel y tinta. Decía Galeano a propósito de los desheredados de la historia: “Yo escribo para quienes no pueden leerme. Los de abajo, los que esperan desde hace siglos en la cola de la historia, no saben leer o no tienen con qué.”
Galeano es uno de los pocos intelectuales latinoamericanos que se preocupó por Latinoamérica en su totalidad. No fue nacionalista (aunque le encantaba apoyar a su selección charrúa), ni regionalista. El nos enseñó que ser latinoamericano no es simplemente haber nacido aquí (en algún lugar desde México hasta la Patagonia) o hablar una lengua latina, es algo más. Es una cuestión de corazón y de coraje. Es saber que compartimos una historia común que tiene que ver con el despojo y la humillación. Una historia de violación y de ultrajes a nuestra tierra y a sus habitantes, que comenzó con la llegada de Colón y que aún no ha terminado. América Latina se sigue desangrando, las venas siguen abiertas.
Gracias Galeano por tu libertad, por tu sencillez, por el hambre y sed de justicia que siempre acompañó tu obra. Que el Señor te reciba en su Reino, a donde entrarás tal vez sin haberlo pensado. Como aquellos justos que le preguntarán al Señor. “–¿Cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer o sediento y te dimos de beber? Y el Señor te responderá –Cuando defendiste a los pobres y desheredados de América Latina a mí me defendiste, pasa a tomar posesión del lugar que estaba preparado para ti desde la creación del mundo.”
Esa mujer es una casa secreta
En sus rincones, guarda voces y esconde fantasmas.
En las noches de invierno, humea.
Quien en ella entra, dicen, nunca más sale.
Yo atravieso el hondo foso que la rodea.
En esa casa seré habitado.
En ella me espera el vino que me beberá.
Muy suavemente golpeó a la puerta, y espero.