Por Francisco Xavier Sánchez |

En estos días acaba de salir mi libro: Rezar pensando. Las oraciones básicas del cristianismo: Padre Nuestro, Ave María y Credo, explicadas frase a frase. Lo han publicado los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús y se puede adquirir directamente con ellos al teléfono 55 92 38 33, y al correo electrónico combis@prodigy.net.mx. Comparto con ustedes la introducción del libro.

Introducción

Rezar es hablar con Dios. Hablar es uno de los actos esenciales del ser humano. A tal punto que el filósofo griego Aristóteles definía al hombre como un “animal de palabra/razón” (zoon logon echon). En filosofía se le ha dado mucha importancia a la “palabra” entendida como “razón”. Hablar en este sentido significa expresar mediante palabras (fonéticas o escritas) nuestra racionalidad. No se trata por lo tanto únicamente de articular palabras, como los loritos, sino de saber qué es lo que decimos cuando hablamos.

Por otra parte en la Biblia hay una novedad con respecto a la filosofía, ya que no se trata solamente de entender racionalmente lo que decimos, sino de meter nuestros sentimientos/corazón en nuestras palabras. En el hebreo del Antiguo Testamento las palabras amar y conocer son sinónimos que expresan lo mismo. Y en el Nuevo Testamento San Juan nos dice que aquel que ama conoce a Dios porque Dios es amor.

En otro contexto para nuestros antepasados en México, también era importante unir el conocimiento con el amor en las relaciones humanas. Para los mexicas un ser humano adquiría su personalidad cuando tenía un rostro (ixtli) y un corazón (yóllotl). Es decir cuando su inteligencia estaba unida a sus sentimientos. Tener un rostro y un corazón es ser un hombre integro. Es saber utilizar la sabiduría y los conocimientos al servicio de los demás. La sabiduría tiene que ser movida por las entrañas, por el corazón, en el momento de tratar con los demás.

Tener un rostro y un corazón es ser un hombre integro. Es saber utilizar la sabiduría y los conocimientos al servicio de los demás. La sabiduría tiene que ser movida por las entrañas, por el corazón, en el momento de tratar con los demás.

Las oraciones meditadas que ahora comparto con ustedes me fueron enseñadas por mi madre cuando apenas comenzaba yo a hablar. Todavía no entendía yo bien lo que cada una de esas frases significaba pero ya las repetía yo varias veces al día. En mi caso fue el corazón el primero que se dirigió a Dios antes de que fuera iluminado por la inteligencia. Tuvieron que pasar varios años para que fuera yo poco a poco entendiendo cada una de las frases con las que me dirijo a Dios, cuando rezo las oraciones fundamentales que ahora les comparto.

El Padre nuestro es la única oración que Jesús enseñó a sus discípulos cuando ellos le pidieron que les enseñara a orar. El Ave María es una oración tomada por una parte de los evangelios y por la otra de la tradición de la Iglesia. Finalmente el Credo de los apóstoles está considerado como la primera expresión teológica de los primeros apóstoles, y en él se sintetizan las bases del cristianismo.

Además de ser sacerdote soy filósofo. He querido compartir con ustedes la reflexión personal que, durante el año de la fe, fui realizando semanalmente para analizar frase por frase las oraciones básicas de nuestra fe. Mi pregunta inicial en cada frase fue la siguiente: ¿Qué es lo que quiero decir cuando pronuncio tal frase? Lo ideal es que cada uno, cada persona que lea este libro, busque “apropiarse” el contenido de cada expresión: “Padre nuestro”, “que estás en el cielo”, “santificado sea tu nombre”, etc., porque finalmente orar es hablar personalmente con Dios. Y cuando hablamos con alguien a quien amamos, cada palabra que le decimos se vuelve nueva y única aunque esas mismas palabras (poemas, canciones, etc.) hayan sido repetidas por muchas personas antes que nosotros.

Por lo tanto recomiendo que se lea éste libro de la siguiente manera. Que cada persona reflexione a partir de su propia historia, estudios, problemas, alegrías, etc., qué es lo que le dice a Dios (o a la Virgen) cuando pronuncia “tal frase” especifica. Si gusta puede leer mi propia reflexión a tal frase, antes o después de iniciar su propia reflexión. Pero lo ideal es que cada quién encuentre su propio sentido a cada oración pronunciada. Es aconsejable terminar con un momento de oración y meditación después de cada frase.

Recuerdo que por mi propia formación filosófica, he querido incluir en mis reflexiones alguna breve alusión a filósofos o escritores que considero nos pueden de cierta manera ayudar a entender mejor la riqueza de cada frase meditada. Cito en algunas ocasiones al autor y al libro que se relaciona con la frase estudiada. Quienes gusten pueden acudir a dichos autores y obras para buscar abrir nuevos caminos a la inteligencia de su fe. Finalmente todo es bueno para acercarnos un poco al misterio de Dios. Los escultores lo hacen modelando la piedra con la que trabajan, los músicos a través de sus piezas musicales, los pintores mediantes sus colores, etc.

Que este libro “Rezar pensando” pueda colaborar para poner nuestra inteligencia y nuestro corazón en sintonía para hablarle a Dios.

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