FE Y RAZÓN | Por Luis-Fernando Valdés |

Tragedia en Jueves santo. Una terrible ataque de yihadistas en una universidad keniata, y una débil reacción mundial. ¿Acaso no es un atentado contra toda nuestra civilización? ¿Por qué este silencio?

El ataque yihadista en la Universidad de Garissa ocurrió el pasado 2 de abril en Kenia, dejando como saldo 147 personas muertas, incluidos los 4 terroristas que participaron en la masacre.

Los atacantes, militantes de la organización Al Shabaab (que busca establecer un estado islámico en Somalia), irrumpieron en el campus con armas de alto calibre y tomaron como rehenes a múltiples estudiantes y profesores, alegando que la institución estaba en un espacio colonizado por no musulmanes.

Los terroristas liberaron a estudiantes y personal musulmán, pero asesinaron a los cristianos mediante disparos y decapitación. Aún se desconoce el paradero de 535 estudiantes. (Ataque yihadista en la Universidad Garissa)

Una estudiante cristiana de 19 años, Cynthia Cheroitich, sobrevivió a esta masacre porque se escondió en un closet, y cuenta que oyó a los terroristas advertir que solo liberarían a quienes sabían “leer como musulmán”. (Aciprensa, 16 abril 2015)

Ante este claro atentado contra la libertad religiosa, mediante un telegrama de la Secretaría de Estado del Vaticano al cardenal John Njue, arzobispo de Nairobi, el Papa Francisco condenó “este acto de insensata brutalidad y reza por la conversión de los corazones de aquellos que lo han perpetrado”.

Y en ese mismo texto, el Pontífice hizo “un llamado a las autoridades a redoblar esfuerzos con el fin de trabajar con todos los hombres y mujeres de Kenia para poner fin a esta violencia y saludar la luz de una nueva era de fraternidad, justicia y paz”. (News.va, 3 abril 2015)

Durante el Vía Crucis en el Coliseo, el Viernes Santo, el Santo Padre comparó a los mártires de hoy con los cristianos asesinados de los primeros siglos: “vemos hoy a nuestros hermanos todavía perseguidos, decapitados y crucificados por su fe … ante nuestros ojos, o con frecuencia con nuestro silencio cómplice” (News.va, 3 abril 2015)

Y de nuevo, en el tradicional mensaje “Urbi et orbi” del domingo de Pascua, el Obispo de Roma denunció que los fieles cristianos son “perseguidos, exiliados, asesinados, decapitados, por el solo hecho de ser cristianos”.

El Papa añadió un dato para tomar muy en serio, sobre el número de cristianos asesinados a lo largo de estos años. Dijo que “ellos son nuestros  mártires de hoy y son muchos; podemos decir que son más numerosos que en los primeros siglos.”

Y nuevamente, el Pontífice hizo exhortó a la comunidad internacional que “no permanezca muda e inerte frente a tales inaceptables crímenes, que constituyen una preocupante violación de los derechos humanos fundamentales. Pido verdaderamente que la comunidad internacional no mire hacia otro lado.” (News.va, 6 abril 2015)

Es importante que la diplomacia internacional manifieste claramente su repudio a estos actos, y que apoyen a las autoridades keniatas para enfrentar a estos grupos yihadistas, porque están en juego no sólo los valores religiosos, sino los cimientos mismos de la sociedad democrática.

Este terrible atentado afecta no sólo a los católicos, sino a todos: a los ciudadanos de cualquier creencia, a los universitarios, a los gobernantes de cualquier país, a los líderes de las religiones, porque se trata de un atentado contra la libertad religiosa y contra la democracia.

El silencio o la indiferencia de la opinión pública y de los líderes de las naciones se puede convertir en un mensaje de victoria para los yihadistas. Es un tácito “no pasa nada”. ¡Ya no más yihad!

lfvaldes@gmail.com

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