El Papa Francisco recordó tres palabras en la que ha insistido varias veces como vitales para la convivencia familiar: Permiso, gracias, perdón. En la Audiencia de este miércoles dijo que son las tres palabras que escribiría en el dintel de la puerta de cada familia porque son la clave para vivir bien y en paz dentro y fuera de ella. Son palabras sencillas, más fáciles de decir que de poner en práctica pero »encierran una gran fuerza: la fuerza de proteger la casa, incluso entre mil dificultades y pruebas; pero su ausencia abre, poco a poco, brechas que pueden hacer que se derrumbe».
El Papa dedicó la catequesis de la audiencia general de hoy a esas tres palabras, que normalmente se consideran términos de buena educación. »Un gran obispo, San Francisco de Sales decía que «la buena educación es ya media santidad» -dijo el Santo Padre- Sin embargo, ¡cuidado! ; en la historia hemos conocido también un formalismo de las buenas maneras que pueden convertirse en una máscara para esconder la aridez del alma y el desinterés por los demás…Incluso la religión no es inmune a este riesgo, que hace resbalar la observancia formal en la mundanidad espiritual. El diablo tienta a Jesús con buenos modales y cita la Escritura. Su estilo parece correcto, pero su intención es desviar de la verdad del amor de Dios».
La primera palabra es «permiso». »Entrar en la la vida del otro, incluso cuando es parte de nuestra vida, requiere la delicadeza de una actitud no invasiva, que renueve la confianza y el respeto. La confianza, en definitiva -afirmó- no autoriza a dar todo por sentado. Y el amor, cuanto más íntimo y profundo es , más exige el respeto de la libertad y la capacidad de esperar a que la otra persona abra la puerta de su corazón».
La segunda palabra es «gracias». »A veces -observó el Santo Padre – parece que nos estamos convirtiendo en una sociedad de malos modales y malas palabras… La amabilidad y la capacidad de dar las gracias se ven como un signo de debilidad, e incluso despiertan recelo. Esta tendencia hay que combatirla ya en el seno de la familia. Tenemos que ser inflexibles en educación para la gratitud y el agradecimiento: tanto la dignidad de la persona como la justicia social, pasan por aquí. Si la vida familiar descuida esta forma de ser , también la vida social, la perderá».
La tercera palabra es «perdón» porque »cuando falta, las pequeñas grietas se ensanchan… para convertirse en brechas profundas. No en vano, en la oración enseñada por Jesús, el «Padre Nuestro», que resume todas las preguntas clave para nuestras vidas, nos encontramos con esta expresión: «Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores». Reconocer nuestros errores y estar dispuesto a restitutir lo que se ha quitado – el respeto, la honestidad, el amor – nos hace dignos del perdón… Si no somos capaces de pedir disculpas, quiere decir que tampoco somos capaces de perdonar… Muchas heridas en los afectos, mcuhas lágrimas en las familias comienzan con la pérdida de esta preciosa palabra: «Perdón.» En el matrimonio se discute tantas veces … pero os doy un consejo: Nunca terminéis el día sin hacer las paces».
»Estas tres palabras clave de la familia son sencillas, y tal vez al principio nos hacen sonreír. Pero… nuestra educación, tal vez, las descuida demasiado. El Señor nos ayude a devolverlas al lugar que les corresponde en nuestros corazones, en nuestras casas, e incluso en nuestra sociedad civil», afirmó el Papa al final de la catequesis y pidió a las veinticinco mil personas presentes en la Plaza de San Pedro que las repitieran, invitándolas también a repetir el consejo que había dado a las familias: »Nunca terminéis el día sin haber hecho las paces».