Por Carlos GARFIAS MERLOS, Arzobispo de Acapulco |
Las pasadas elecciones del 7 de junio estuvieron marcadas por el miedo, el abstencionismo, la desconfianza y el enojo de los ciudadanos. Aun no alcanzamos a superar muchas de las barreras que nos impiden alcanzar una verdadera democracia. Pero lo decisivo del proceso comienza después de la elección. Es ahora el tiempo de construir ciudadanía responsable, a fin de alcanzar un cambio justo y duradero. De lo contrario seguiremos justificando, por omisión o indiferencia, un sistema corrupto que hasta el momento nos está llevando a una crisis profunda en el País y en el Estado.
Los obispos de México “Llamamos «sociedad civil responsable» a los ciudadanos que, de manera individual o asociada, establecen relaciones que dan vida al tejido social y son base de una verdadera comunidad de personas. Es importante subrayar la nota que alude a la responsabilidad, pues en la sociedad civil pueden existir grupos organizados y legítimamente constituidos para defender sólo sus idearios o intereses, sin apropiarse las exigencias del bien común. En cambio, en la «sociedad civil responsable» las cosas no funcionan por imperativos externos a ella, no participa, ni se organiza en función del poder político, administrativo o económico, sino por propia iniciativa, por autodisciplina y por sentido del interés general; es decir, por responsabilidad cívica y ciudadana que le lleva a ser vigilante y propositiva frente a las instituciones del Estado”.
Queridos hermanos, “La «sociedad civil responsable» no surge por generación espontánea; es necesario formarla, desarrollando en ella tres capacidades: el conocimiento de la realidad, la responsabilidad social y el sentido y compromiso con la justicia social. Es necesario formar a los laicos de nuestras comunidades, mediante la Doctrina Social de la Iglesia y las ciencias sociales y políticas para que tengan incidencia significativa en los ámbitos: social, cultural y político, e incluso en la conciencia de la misma comunidad eclesial” (Exhort. Past. Que en Cristo nuestra paz, México tenga vida digna, 211 – 212).