Misiones salesianas |
Entre Machu Picchu y el Parque Nacional del Manu hay un territorio de misión que cuidan los salesianos. Hace 35 años era selva virgen cuando llegó el padre Juan Polentini rastreando los pasos de los campesinos de su parroquia, que dejaban el Valle Sagrado de los Incas para cruzar los nevados de la cordillera oriental y luego descender hacia el empinado valle del río Yanatile en busca de nuevas tierras.
Así nació esta misión salesiana y con ella el pueblo de Quebrada Honda, capital de Yanatile, el distrito cuya creación se logró en 1982 con una ley que impulsó el padre Polentini en el Congreso de Diputados en Lima. Seis salesianos y tres religiosas Hijas de los Sagrados Corazones se multiplican para llevar la Buena Nueva del Evangelio a cerca de 13.000 moradores diseminados en 65 comunidades que se han asentado a lo largo de 3,080 kilómetros cuadrados de una selva alta de difícil acceso, donde se cultiva cada vez más café, cacao y coca en el valle de Yanatile y en la cuenca vecina del río Lacco.
Dos son las bases de operaciones: la Parroquia de María Auxiliadora y el Colegio Experimental Agropecuario. “Es una obra de misión. Se inserta en el corazón del pueblo quechua. Son los más pobres y aislados”, puntualiza el padre Martín Quijano, director del colegio agropecuario de Monte Salvado.
El estilo salesiano ha calado tan hondo que la fiesta principal de Yanatile es María Auxiliadora. “La prefieren así. La llaman mamacha María Auxiliadora. La han hecho suya. Es la patrona del distrito”, confirma el padre Yul Soto, párroco de Quebrada Honda. Los devotos se preparan con un año de anticipación.
Una herramienta muy apreciada por la comunidad es Radio Illariy, que conduce Fidel Oviedo. Además de sus programas en castellano y en quechua, es la voz permanente que acompaña a los campesinos con sus consejos y que sirve de alerta para hacer conocer cualquier petición. “Da buena formación e información. La radio es un instrumento evangelizador. Transmite el Evangelio del día, la oración de la mañana y la oración de la noche”. En este esfuerzo misionero participan siete catequistas quechua hablantes que preparan para los sacramentos y celebran la Palabra en las comunidades alejadas. “Al hablar en quechua llegan al corazón”, comenta el padre Soto.