Por Francisco Xavier SÁNCHEZ │

El sábado 11 de Julio se escapó –por segunda ocasión– el más importante y peligroso narcotraficante mexicano: el “Chapo Guzmán.” En esta ocasión estuvo en una prisión (supuestamente de “alta seguridad”) por 17 meses, en lo que sus cómplices cavaban un túnel de cerca de 1 kilometro y medio para que él pudiera evadirse. Fuga que seguramente contó con el apoyo de diferentes autoridades para que él pudiera escapar.

Realmente lo que sucede en México en relación a la impartición de justicia y a la corrupción es no solamente lamentable sino grotesco. Cuando por casualidad se llega a atrapar a un narcotraficante, o bien se le exonera por falta de pruebas, o bien la persona se escapa de extraña manera.

Todo esto crea malestar, coraje y desanimo en la población mexicana, sin contar la imagen tan pésima de México en el extranjero. Si nuestras autoridades no son capaces de mantener en prisión a los principales delincuentes de nuestro país ¿con qué confianza podemos vivir? Los narcotraficantes se escapan o se les deja en libertad mientras que el Dr. Mireles (que ha dirigido grupos de autodefensa y realizado fuertes críticas a las autoridades por su ineptitud y contubernio en la captura de narcotraficantes) sigue en prisión. Vivimos en un extraño país, que da risa, vergüenza, humilla. Que Dios no nos permita acostumbrarnos a la pseudo-democracia y pseudo-justicia que vivimos por ahora e México.

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