Durante su visita apostólica al Ecuador, el Papa sostuvo un encuentro con diversas personas del mundo de la educación en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Ahí el pontífice, reflexionando sobre la parábola del Sembrador, abordó el tema del cuidado de la creación y el de la educación como semilla de transformación de la sociedad.

En un momento de su alocución, el Santo Padre señaló que en el relato del Génesis, junto a la palabra cultivar, inmediatamente aparece otra: cuidar. Una se explica a partir de la otra. Una va de la mano de la otra. No cultiva quien no cuida y no cuida quien no cultiva. Luego señaló que los seres humanos estamos también invitados a cuidar, proteger y custodiar la Tierra. «Hoy esta invitación se nos impone a la fuerza. Ya no como una mera recomendación, sino como una exigencia que nace por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en la tierra. Hemos crecido pensado tan solo que debíamos »cultivar» que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados quizás a expoliarla… por eso entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y desbastada tierra».

El Papa reiteró que »existe una relación entre nuestra vida y la de nuestra madre la tierra. Entre nuestra existencia y el don que Dios nos dio. El ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos, y no podemos afrontar adecuadamente la degradación humana y social si no prestamos atención a las causas que tiene que ver con la degradación humana y social. Pero así como decimos se »degradan», de la misma manera podemos decir, »se sostienen y se pueden transfigurar». Es una relación que guarda una posibilidad, tanto de apertura, de transformación, de vida como de destrucción y de muerte. Hay algo que es claro, no podemos seguir dándole la espalda a nuestra realidad, a nuestros hermanos, a nuestra madre la tierra. No nos es lícito ignorar lo que está sucediendo a nuestro alrededor como si determinadas situaciones no existiesen o no tuvieran nada que ver con nuestra realidad. No nos es lícito, más aún no es humano entrar en el juego de la cultura del descarte. Una y otra vez, sigue con fuerza esa pregunta de Dios a Caín: »¿Dónde está tu hermano?». Yo me pregunto si nuestra respuesta seguirá siendo: »¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?» .

Educación como cuidado

Después invitó a todos a preguntarse sobre la educación en el contexto universitario »de frente a esta tierra que clama al cielo» porque los ateneos son »un semillero, una posibilidad, tierra fértil para cuidar, estimular y proteger. Tierra fértil sedienta de vida».

»Me pregunto con Ustedes educadores : ¿Velan por sus alumnos, ayudándolos a desarrollar un espíritu crítico, un espíritu libre, capaz de cuidar el mundo de hoy? ¿Un espíritu que sea capaz de buscar nuevas respuestas a los múltiples desafíos que la sociedad hoy plantea a la humanidad? ¿Son capaces de estimularlos a no desentenderse de la realidad que los circunda, no desentenderse de lo que pasa alrededor? ¿Son capaces de estimularlos a eso? Para eso hay que sacarlos del aula, su mente tiene que salir del aula, su corazón tiene que salir del aula¿Cómo entra en la currícula universitaria o en las distintas áreas del quehacer educativo, la vida que nos rodea, con sus preguntas, sus interrogantes, sus cuestionamientos? ¿Cómo generamos y acompañamos el debate constructor, que nace del diálogo en pos de un mundo más humano?». El diálogo, esa palabra puente, esa palabra que crea puentes. Y hay una reflexión que nos involucra a todos, a las familias, a los centros educativos, a los docentes: cómo ayudamos a nuestros jóvenes a no identificar un grado universitario como sinónimo de mayor status, sinónimo de mayor dinero o prestigio social. Cómo ayudamos a identificar esta preparación como signo de mayor responsabilidad frente a los problemas de hoy en día, frente al cuidado del más pobre, frente al cuidado del ambiente»

»Y ustedes, queridos jóvenes, que están aquí, presente y futuro de Ecuador, son los que tienen que hacer lío. Con ustedes, que son semilla de transformación de esta sociedad, quisiera preguntarme: ¿saben que este tiempo de estudio, no es sólo un derecho, sino tambiénun privilegio que ustedes tienen? ¿Cuántos amigos, conocidos o desconocidos, quisieran tener un espacio en esta casa y por distintas circunstancias no lo han tenido? ¿En qué medida nuestro estudio, nos ayuda y nos lleva a solidarizarnos con ellos?. Hagànse estas preguntas, queridos jóvenes.

»Las comunidades educativas tienen un papel fundamental, un papel esencial en la construcción de la ciudadanía y de la cultura. Cuidado, no basta con realizar análisis, descripciones de la realidad; es necesario generar los ámbitos, espacios de verdadera búsqueda, debates que generen alternativas a las problemática existentes, sobre todo hoy. Que es necesario ir a lo concreto. Ante la globalización del paradigma tecnocrático que tiende a creer »que todo incremento del poder constituye sin más un progreso, un aumento de seguridad, de utilidad, de bienestar, de energía vital, de plenitud de valores, como si la realidad, el bien y la verdad brotaran espontáneamente del mismo poder tecnológico y económico», hoy a ustedes, a mí, a todos se nos pide que con urgencia nos animemos a pensar, a buscar, a discutir sobre nuestra situación actual. Y digo urgencia, que nos animenos a pensar, sobre qué cultura, qué tipo de cultura queremos o pretendemos no solo para nosotros, sino para nuestros hijos, para nuestros nietos. Esta tierra, la hemos recibido como herencia, como un don, como un regalo. Qué bien nos hará preguntarnos: ¿Cómo la queremos dejar? ¿Qué orientación, qué sentido queremos imprimirle a la existencia? ¿Para qué pasamos por este mundo? ¿Para qué luchamos y trabajamos?, ¿Para que estudiamos?.»

Por favor, síguenos y comparte: