En el segundo día de actividades en su visita pastoral a Ecuador, el Papa Francisco sostuvo un encuentro con los obispos del país; después presidió una multitudinaria Eucaristía en el Parque Bicentenario; más tarde se reunió con el mundo de la educación en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador; y, finalmente, tuvo un encuentro con la sociedad civil ecuatoriana y miembros de diversos sectores, desde la cultura a la economía, pasando por la empresa industrial y rural, el voluntariado, el deporte etc., además de representantes de las poblaciones indígenas amazónicas.

Eucaristía en el Parque Bicentenario: La alegría del Evangelio

En la homilía que pronunció en el Parque Bicentenario de Quito, el Papa habló de la liberación, liberación de las desigualdades sociales y del pecado, de la necesidad de inclusión a todos los niveles y de la evangelización como vehículo de unidad de aspiraciones, de sensibilidades e ilusiones.

Francisco comenzó citando la frase de Jesús en la Última Cena: »La palabra de Dios nos invita a vivir la unidad para que el mundo crea» y añadió: »Me imagino ese susurro de Jesús en la última Cena como un grito en esta misa que celebramos en »El Parque Bicentenario». Imaginémoslos juntos. El Bicentenario de aquel Grito de Independencia de Hispanoamérica. Ése fue un grito, nacido de la conciencia de la falta de libertades, de estar siendo exprimidos, saqueados, »sometidos a conveniencias circunstanciales de los poderosos de turno».

»Quisiera que hoy los dos gritos concuerden bajo el hermoso desafío de la evangelización. No desde palabras altisonantes, ni con términos complicados, sino que nazca de »la alegría del Evangelio», que »llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento, de la conciencia aislada». Nosotros, aquí reunidos, todos juntos alrededor de la mesa con Jesús somos un grito, un clamor nacido de la convicción de que su presencia nos impulsa a la unidad».

Francisco habló también de que la evangelización no consiste, pues, “en hacer proselitismo, sino en atraer con nuestro testimonio a los alejados, en acercarse humildemente a aquellos que se sienten lejos de Dios y de la Iglesia, a los que son temerosos o a los indiferentes para decirles: «El Señor también te llama a ser parte de su pueblo y lo hace con gran respeto y amor»”. Una vía que “no se confunde con algunos momentos religiosos que brindan cierto alivio”, porque Jesús “nos consagra para suscitar un encuentro personal con Él, que alimenta el encuentro con los demás, el compromiso en el mundo, la pasión evangelizadora”. “Hermanos, tengan los sentimientos de Jesús sean un testimonio de comunión fraterna”, exhortó el Papa.

 

 

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