Por Luis GARCÍA ORSO SJ |

¿Cómo presentar en una película algo que hable de nuestra actual crisis económica de desempleo, inseguridad laboral, precariedad, preocupación familiar, sin caer en discursos, ni panfletos, ni condenas estériles? Los extraordinarios cineastas belgas Jean-Pierre y Luc Dardenne nos vuelven a dar una lección de cine comprometido con nuestra realidad en su última película Deux jours, une nuit, una historia que sucede precisamente en un fin de semana.

Una joven madre de familia, recuperada de una depresión y a punto de regresar a su trabajo, se entera de que el jefe ha decidido recorte de personal y pone a votación de los trabajadores un bono de mil euros si ella ya no regresa, lo cual acepta la mayoría de los 16 obreros. Pero harán una nueva votación el lunes cuando Sandra regrese, así que ella tiene ese fin de semana para hablar con sus compañeros y pedir reconsideren su voto. Por una parte Sandra no quiere mendigar piedad; por otra, cada uno ha de ser libre de apoyarla o no, renunciar o no a su bono. Así, esas horas de encuentro entre Sandra y sus compañeros se convierten, sin así decirlo, en un hondo dilema moral: ¿Cuánto vale la dignidad de una persona? ¿Con cuánto se rescata a un trabajador? ¿Cuánto vale apostar por la solidaridad? ¿Mil euros es una buena cifra?

Los directores nos hacen entrañablemente cercana una historia totalmente real, sin maniqueísmos, ni melodramas, ni música de apoyo; sólo cámara en mano, en forma austera y sencilla, entrando en viviendas sociales, viendo cómo cada persona necesita empleos extras para vivir, sintiendo sus presiones diarias y sus preocupaciones por la familia, sus inseguridades y decisiones. Sandra es el reflejo de miles de trabajadores que se enfrentan a esta ardua batalla que suponen los tiempos de crisis. Un salario mínimo mensual es prioritario, y por ese motivo a la protagonista no le queda más remedio que suplicar a sus compañeros que acepten perder la paga extraordinaria. Pero todas son familias trabajadoras necesitadas, así que la lucha por la vida los vuelve contrarios. ¿Qué decisión ha de tomar cada uno –o tomaría yo- en esta situación originada en un sistema social que enfrenta a iguales, margina, empobrece? ¿Qué vale más en mi decisión?

Los numerosos planos cortos, con una cámara muy cercana, y que buscan el enfoque más interior y angustioso del personaje principal, dan vía libre a Marion Cotillard para realizar un despliegue interpretativo deslumbrante, sin maquillaje ni poses, en que sentimos y vibramos con sus sentimientos y sus cambios de estado de ánimo: de la inseguridad a la ansiedad, de los miedos al esfuerzo, del llanto a la sonrisa final. Los hermanos Dardenne logran captar la esencia del sufrimiento y la desesperación que se genera en las clases sociales más desfavorecidas y nos vuelven a entregar una historia llena de humanidad, compasión y de esperanza contra toda adversidad, que sabe a Evangelio.

Por favor, síguenos y comparte: