Por Carlos GARFIAS MERLOS, Arzobispo de Acapulco |

El pasado viernes 14 de Agosto participé en el 1er. Congreso Militar Nacional de Investigación Científica en Salud Pública 2015 con sede en el Auditorio de la Escuela Militar de Enfermeras. Agradezco especialmente al General Rolando Carrera la distinción para participar como ponente.

Es muy loable que se lleven a cabo este tipo de Congresos que ayudarán a construir las bases para tener una sociedad más sana. Agradezco las finas atenciones y la amistad de todos los congresistas. En mi ponencia presenté el esfuerzo y la experiencia que la Iglesia Católica está aportando a la salud física, mental, emocional y espiritual de quienes son víctimas de la violencia y forman parte de la Iglesia, lo mismo que la colaboración que estamos dando para la salud de la sociedad en general.

Por la violencia en el Estado de Guerrero, al igual que en muchas partes del país, hemos vivido una descomposición social que ha deteriorado profundamente la convivencia armónica y pacífica de nuestra sociedad. La Iglesia de Acapulco al observar la realidad en que vivimos a la luz de la fe y de la propia Doctrina Social Cristiana, se siente interpelada y hace suya la aportación del Episcopado Mexicano en la Exhortación Pastoral “Que en Cristo nuestra Paz México tenga vida digna”, porque la realidad de violencia e inseguridad es compleja y multicausal, consideramos que convendría abordar el problema desde un enfoque de salud pública que permita asegurar para el mayor número de personas el beneficio de la seguridad y de la paz (Cfr. CNP 99).

Este enfoque de salud pública supone que todos debemos involucrarnos y cooperar para superar la crisis: el gobierno, los empresarios, las iglesias, las organizaciones sociales y la sociedad en general.

Como respuesta al fenómeno de la violencia y atendiendo a estas necesidades, la Arquidiócesis de Acapulco desde hace tres años, ha desarrollado un Programa Integral de Acompañamiento a Víctimas de las Violencias con enfoque de Construcción de Paz, con la finalidad de acompañarles en sus procesos de sanación y superación de su condición de víctima, convirtiéndose en agentes sociales de cambio y evitando futuras violencias. Teniendo siempre en el centro de todo el bienestar de las personas en su integralidad.

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