Por Juan GAITÁN |
He dicho ya un par de veces que un grupo de amigos y yo formamos recientemente un grupo juvenil que realiza acciones de servicio social. El objetivo es simple: Una vez al mes realizar una actividad que implique el encuentro con personas marginadas, para que así, los jóvenes que asistan se encuentren con Cristo.
Se trata de provocar un primer encuentro con Dios, cruzar una mirada amorosa con el Señor. Si esto se logra, el segundo paso es integrar a los jóvenes a otros grupos juveniles que les ofrezcan acompañamiento.
Son varios los pastoralistas que comentan que un camino sobresaliente para una primera evangelización a la juventud es la labor social: en ese contexto experimentan a Dios con mayor facilidad.
Comparto parte de entrevistas que realicé a organizadores e invitados en nuestra última actividad con la intención de animar a quienes desean hablar de Dios a la juventud. El Papa insiste: “sean callejeros de la fe”.
¿Qué es lo que más te gusta del grupo?
- “que es un grupo voluntario, que nadie está obligado a hacer nada (…) todo sale voluntario (…) que pues se siente el ánimo y que todo mundo aporta ideas y que se respetan las ideas de todos.” Mariela [Al final de la actividad se aceptan propuestas para el siguiente mes]
- “me gusta la actitud de todo el grupo, digamos que son abiertos.” Gaby
- “si te resumiera con una palabra sería amor (…) en este grupo yo encuentro amor de mis amigos y compañeros.” Marcos
- “que sean tan unidos, se respetan mucho, todos aportan ideas.” Ana P.
- “me gusta que hacemos que las demás personas se interesen por venir.” Adriana
- “se me hizo algo muy padre cuando me dijeron que íbamos a ir a ayudar a alguien más.” Hugo
- “Me gusta que son jóvenes (…) que no les importa dar un poco de su tiempo a los demás.” Dany
- “Me gusta el carisma como misionero-cristiano-juvenil que tiene.” Ana Luisa
- “que todos vamos en el mismo enfoque, por la misma meta que es Dios.” Michelle
- ¿Primera impresión del grupo? “Que son unidos” [No realizamos actividades ni dinámicas para fomentar la unión, ésta surge espontánea de compartir encuentros con personas necesitadas. Un amigo invita a otro amigo y se crean cadenas espontáneas de amistad].
Expectativas
- “tenía ganas de hacer algo por los demás porque no suelo hacerlo.” Ana B.
- “simplemente compartir. En la vida siempre he pensado que compartir es sinónimo de felicidad.” Marcos
- “son actividades que te llenan más que ir a fiestas y que las personas puedan ver que aún hay ciertos chavos o ciertas personas de nuestra edad que se interesan por ayudar a los demás.” Gaby
- “ese día del asilo disfruté mucho entablar la conversación con la señora, quiero eso.” Ana G.
- “Que las cobijas sean un éxito.” Adriana [los organizadores vendimos distintos artículos elaborados por nosotros mismos y dulces, y compramos cobijas para repartir a las personas que duermen fuera de los hospitales.]
- “Espero encontrar a Dios en las personas que vea allá.” Montse
- “que los chavos nuevos traigan a alguien más la próxima vez, en concreto que hoy se vayan contentos y que encuentren algo nuevo de Dios y de la vida.” Ana Luisa
- “ver el rostro del Señor. Espero que poco a poco muchas personas se vayan uniendo a este grupo y vayan encontrando una respuesta o un alivio.” Michelle
¿Qué le dirías a otro joven para invitarlo a participar el próximo mes?
- “yo les dije que no fueron amigos directos sino que los conocí por mi prima.” Gaby
- “siempre descubres las mejores cosas cuando menos te las esperas.” Marcos
- “le diría que es un bien para las personas pero también para uno mismo porque te hace darte cuenta de muchas cosas, valoras.” Ana P.
- “les platico realmente lo que hacemos y por ejemplo Dany ya quiso regresar sola.” Adriana
- “Realmente vale la pena invertir una tarde o unas horas” Dany
- “La mejor invitación es el testimonio de vida.” Ana Luisa
En conclusión, no creo en el cliché de que los jóvenes de hoy ya no quieren acercarse a la Iglesia, sino más bien que como Iglesia debemos saber llegar a los jóvenes.
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