Por Francisco Xavier SÁNCHEZ |

Tiene una semana (1º de Septiembre) que nos levantamos con la gran noticia de que el presidente de Guatemala, Otto Pérez Molina, era destituido de su cargo de presidente para poder ser juzgado por delitos de corrupción. Lo mismo había sucedido semanas antes con la vicepresidenta de ese país, Roxana Baldetti. Guatemala vive en estos días momentos históricos, que se pueden comparar con la salida del pobre pueblo de Israel de la opresión de Egipto.

El pueblo Maya, asentado en lo que ahora es Guatemala, el sur de México y parte de Centroamérica, se caracterizó por ser una de las civilizaciones más avanzadas de la humanidad. Maestros en astronomía, matemáticas, arquitectura, poesía, etc. Sin embargo después de la conquista empezaron momentos de decadencia que fueron sometiendo a la población a la justicia y a la barbarie. Años de esclavitud en los que no solamente se explotó al indio, sino que se le fue inculcando un sentimiento de inferioridad aunado a la importancia de no poder cambiar el orden de las cosas. Por eso cuando escuchamos que en estos días hay una gran efervescencia por parte de la gente que sale a las calles para pedir que las cosas cambien y se haga justicia, esto nos llena de alegría y de orgullo (y también de sana envidia por parte de los mexicanos).

Es un trabajo de años, un grito de justicia que estaba como ahogado en las entrañas de la población. Un grito que empezó desde la conquista, que ha seguido con la colonia y que se ha podido lanzar finalmente en estos días. Hay que reconocer el trabajo de muchos actores sociales, laicos y religiosos, que han preparado a la gente para externar este grito. Pienso en particular en Monseñor Juan Girardi, gran defensor de los Derechos humanos en Guatemala, asesinado en 1998 por su compromiso con la justicia; En Rigoberta Menchu, ganadora del premio nobel de la paz en 1992 (aunque después parece ser que se interesó más por la cuestión económica); En el gran Miguel Ángel Asturias, premio nobel de literatura en 1967, que en su hermosa novela El señor presidente, critica a la dictadura y el despotismo de los gobernantes. En fin se podrían citar muchos nombres (algunos más conocidos otros menos) de personas que fueron preparando el acontecimiento que ahora celebramos. “Porque meter en la cárcel a un presidente corrupto –y a buena parte de su gabinete– es más importante que ganar la copa del mundo de futbol”. Y pienso que en esto Eduardo Galeano coincidiría conmigo.

Y si los descendientes de los mayas pudieron hacer eso, ¿qué pasa con nosotros, descendientes de los mexicas y de otras grandes civilizaciones que nos precedieron? ¿Nos corre por las venas atole en vez de sangre? Tal vez en vez de atole debí haber escrito: Coca-Cola, Televisa, Corona, PRI, PVEM, etc., etc., etc., Siento que las cosas se van preparando para un cambio en México, sólo espero que se pueda hacer de manera pacífica, como sucedió en Guatemala.

El informe que acaba de presentar la Comisión Internacional de Expertos sobre lo sucedido en Ayotzinapa es prueba de ello. El Gobierno Federal una vez más nos ha mentido al manipular los acontecimientos ocurridos del 26 al 27 de Septiembre del año pasado, como lo ha mostrado científicamente dicha Comisión.

En México y en el mundo tenemos mucho trabajo por hacer en lo referente a la impartición de justicia. Presidentes maquillados con esposas vestidas a la última moda pero que huelen a estiércol. Por lo pronto por ahora en México no nos queda sino festejar con nuestros hermanos guatemaltecos el nacimiento de un nuevo orden social, en espera de tiempos mejores (gracias a nuestro compromiso) en nuestro propio país.

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