Misiones salesianas |

El evento ‘TestemunARTE: un teatro para el cambio’ es una de las múltiples iniciativas del proyecto ‘El camino a la vida’, que lleva a cabo en la Casa Magone de Luanda la ONG de los Salesianos VIS (Voluntariado Internacional para el Desarrollo). A través del teatro, los niños de la calle que atienden los misioneros salesianos inician una nueva vida tras superar los traumas y aprender a convivir.

Hace una semana, en una soleada mañana de domingo en la Casa Magone, el centro de acogida salesiano para los niños de la calle en un suburbio de Luanda, la capital angoleña, alrededor de 60 niños de entre 10 y 15 años esperan en la entrada el inicio del espectáculo El camino a la vida, cofinanciado por la Unión Europea. Los actores, también aguardan en una sala adyacente, preparados para una importante representación.

El objetivo de la propuesta teatral es que cuenten ellos mismos “lo que son, lo que hacen y por qué lo hacen”. Y así, en un silencio casi sepulcral hace su aparición en el escenario el primer chico, Marcelino, que comienza a cantar una canción escrita por él que habla de cómo la vida es difícil, pero que “si confiamos en Dios y permitimos que nos ayuden las personas que nos aman por lo que somos, todo es posible”.

Los aplausos hacen su aparición y entra en escena el segundo chico, Marcos, que lee un poema escrito por él. Habla de su historia, la forma en que salió de la calle hacia la vida. Más aplausos del joven público, sus propios compañeros en esa aventura de aprendizaje y reinserción.

Entonces llega el momento de la obra de teatro. En el escenario hay Antonio, Marcelino, Francisco, Pedro y Cadiesh. Tiene una duración de sólo 12 minutos, pero se las arreglan para intervenir todos y se muestran tan naturales como convincentes.

El argumento es sencillo: son ellos los que hablan de cuando eran más jóvenes y cuando en la calle conocieron el proyecto Don Bosco.

Hablan de cómo empezaron de nuevo gracias al estudio, a la formación profesional y a todo el apoyo que han recibido del proyecto de los Salesianos, los muchos voluntarios y profesionales del VIS.

Obviamente la interpretación, real como la vida misma, termina con otra ronda de aplausos, pero esta vez son aplausos que alegran el corazón porque dan el debido crédito a estos chicos que demuestran con su testimonio que la vida vale la pena vivirla.

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