Por Juan GAITÁN |
Según la Encuesta Nacional Creer en México (http://www.encuestacreerenmexico.mx/) realizada por el IMDOSOC, 8 de cada 10 mexicanos se dicen católicos. No es nuevo decir que resulta contrastante: ¿Cómo en un país en el que 8 de cada 10 tienen fe en Jesucristo y su Evangelio (sin contar cristianos no católicos), atravesamos las situaciones por las que atravesamos?
Espiritualidad
Una definición muy sencilla de espiritualidad es la siguiente: «Toda la vida animada por el Espíritu de Dios». Con esto, se puede ver que la espiritualidad no se reduce a la intimidad con Dios, a los silencios de oración, sino a la totalidad de la vida en comunión con Dios.
¿Qué está pasando entonces? ¿Vivimos un cristianismo sin espiritualidad? ¿Qué significa ser católico? ¿Ir a misa? ¿Se puede ser católico sin comprometerse con los abandonados? Muchas preguntas surgen de la estadística.
Toma de decisiones
La religión que profesamos o, dicho de otro modo, la absoluta confianza en Jesucristo y su mensaje de caridad, fe y esperanza radicales, tendría que, siguiendo la lógica de nuestra definición de espiritualidad, ser un factor determinante para nuestras decisiones, las cuales, por organizarlas de algún modo, podríamos dividir en tres niveles.
Vocación
Quizá una de las decisiones más difíciles y trascendentes para nuestra vida sea la de optar por una vocación específica. Puede ser que nunca nos hayamos cuestionado entre sacerdocio, vida consagrada o matrimonio, pero con toda probabilidad nos hemos puesto a pensar sobre la posibilidad de tomar una decisión definitiva para toda la vida. ¿Creímos en ese momento en un plan de Dios para que caminemos hacia la felicidad?
Forma de vida
Otra decisión importante, la cual se va renovando con el tiempo, es el tipo de vida que queremos llevar. ¿A qué le dedicamos todas nuestras fuerzas? ¿Hasta qué punto nos comprometemos con el Reino de Dios? ¿Vivo austeramente y comparto mis bienes? ¿Me preocupo por las personas discriminadas? ¿Qué pienso que significa ser católico?
Acciones cotidianas
Finalmente, creer en el Dios de Jesucristo nos debería llevar a un modo de actuar con ciertos criterios. ¿No es así? Se trata de criterios de misericordia, cercanía con aquellos que se encuentran en las periferias, esperanza en los tiempos de obscuridad, etc.
Ahora bien, resulta complicado en la vida cotidiana estar pensando todo el tiempo: ¿qué sería lo más cristiano? Incluso podríamos llegar a considerar: Esto no tienen nada que ver con mi fe. Pero si tomáramos consciencia tanto de la vocación elegida como de la forma de vida que deseamos, entonces las pequeñas acciones cotidianas podrían estar realmente orientadas por el Espíritu de Dios.
¿Algún ejemplo?
Cerremos con un ejemplo: Hoy me encuentro fuera de casa y debo decidir qué comeré. ¿Qué tiene que ver Dios con eso? Si quiero cuidar mi salud en bien de mi familia ya tengo un criterio; si me propuse un plan de ahorro para becar a un estudiante de bajos recursos, ya tengo otro. ¿No podrían estar ambos inspirados por el Espíritu de Dios?
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