El Sínodo “no es un parlamento, donde para alcanzar un consentimiento o un acuerdo común se recurre al negociado, a pactar o a compromisos”, sino una “expresión eclesial, o sea la Iglesia que camina junto para leer la realidad con los ojos de la fe y con el corazón de Dios”. Lo dijo esta mañana el Papa Francisco en el discurso con el cual abrió los trabajos del Sínodo sobre la familia, subrayando que “el único método del Sínodo es el de abrirse al Espíritu santo con coraje apostólico, humildad evangélica y oración confiada”.

“Es- dijo todavía- la iglesia que se interroga sobre la fidelidad al depósito de la fe, que por ella no representa un museo para mirar y mucho menos sólo para salvaguardar, sino que es una fuente de la cual la Iglesia se sacia, para calmar la sed e iluminar el depósito de la vida”.

El Sínodo, prosiguió, “se mueve necesariamente en el seno de la Iglesia y dentro del santo pueblo de Dios, del cual formamos parte en calidad de pastores, o sea de servidores”. El Sínodo “es un espacio protegido donde la Iglesia experimente la acción del Espíritu Santo”. “En el Sínodo el Espíritu habla a través de la lengua de todas las personas que se dejan guiar por Dios que sorprende siempre, por el Dios que se revela a los pequeños, aquello que esconde a los sabios y a los inteligentes”. Por el Dios “que ha creado la ley y el sábado para el hombre y no viceversa; por el Dios que deja las 99 ovejas para buscar a la única oveja perdida; por el Dios que es siempre más grande de nuestras lógicas y de nuestros cálculos”.

La primera reunión plenaria de los 270 obispos de todo el mundo y 89 entre expertos, auditores y delegados hermanos se abrió con una meditación del card. Oscar Rodríguez Madariaga, arzobispo de Tegucigalpa que auspició que el Sínodo “produzca un camino de alegría y de esperanza para todas las familias” y que en el seno de la iglesia haya un “diálogo” y no “ideas defendidas a ultranza”. Luego intervino el presidente de turno, el card. de París, André Vingt. Trois, para el cual el Sínodo debe “buscar con convicción y humildad para hacer crecer la comunión”, no como “una prueba de fuerza”.

El Papa también subrayó que el Sínodo “se mueve necesariamente en el seno de la Iglesia y dentro del santo pueblo de dios, del cual nosotros formamos parte en cualidad de pastores, o sea de servidores”. En el Sínodo, “espacio protegido donde la Iglesia experimenta la acción del Espíritu santo”, que “habla a través de la lengua de todas las personas que se dejan guiar por el Dios que sorprende siempre. Por el Dios que se revela a los pequeños, aquello que esconde a los sabios y a los inteligentes”. Por el Dios “que ha creado la ley y el sábado para el hombre y no viceversa; por el Dios que deja las 99 ovejas para buscar a la única oveja perdida; por el Dios que siempre es más grande de nuestras lógicas y de nuestros cálculos”.

“Pero recordemos que el Sínodo podrá ser un espacio de la acción del Espíritu santo sólo si nosotros participantes no revestimos de coraje apostólico, de humildad evangélica y de oración llena de confianza: el coraje apostólico, que no se deja amedrentar ni frente a las seducciones del mundo, que tratan de apagar en el corazón de los hombres la luz de la verdad, substituyéndola con pequeñas y temporáneas luces y ni siquiera frente al endurecimiento de algunos corazones, que no obstante las buenas intenciones alejan a las personas de Dios”.

El coraje apostólico de llevar vida y no hacer de nuestra vida cristiana un museo de recuerdos”. “La humildad evangélica que sabe vaciarse de las propias convenciones y prejuicios para escuchar a los hermanos obispos y llenarse de Dios, humildad que lleva a acusar no contra los otros, para juzgarlos, sino para tenderles la mano, para levantarlos sin jamás sentirse superiores a ellos”.

“La oración confiada- prosiguió Francisco- es la acción del corazón cuando se abre a Dios, cuando se hacen callar todos nuestros rumores para escuchar la suave voz de Dios que habla en el silencio”. “Sin escuchar a Dios, todas nuestras palabras serán solamente palabras que no sacian y no sirven. Sin dejarse guiar por el Espíritu, todas nuestras decisiones serán solamente decoraciones que en cambio de exaltar al Evangelio lo recubren y los esconden”.

Los trabajos prosiguieron con la introducción del secretario general del Sínodo, el card. Lorenzo Baldisseri y con la relación de relator general, el card. Peter Erdö.

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