ENTRE PARÉNTESIS │ Por José Ismael BÁRCENAS SJ │

Cuando fui profesor de filosofía, trataba de aderezar la clase con ciertos dilemas morales a los que daba el nombre de ‘performance´. Tal cual, dependiendo del tema me hacía pasar por alguien que atravesaba cierta situación que exigía tomar una decisión. Por lo regular, los más polémicos tenían que ver con temas de amor o desamor, de si digo o no la verdad, si sigo o renuncio a tal asunto. Había ciertos performances en donde era difícil dar una respuesta que diera con una sola y correcta solución. Lo importante era que cada alumno se imaginara su manera de resolver la cuestión. También, que vislumbrara las consecuencias de dicha elección.

En estas semanas, se estrenó la nueva película deWoody Allen, Hombre irracional (Irrational man, 2015).La historia trata sobre un profesor de filosofía, Abe Lucas (Joaquin Phoenix), que en plena crisis existencial y racha alcohólica se muda de ciudad. En su nuevo destino se encontrará con la maestra Rita Richards (Parker Posey) quien pasa sinsabores en su matrimonio y lo invita a fumar hierva -y algo más-. Igualmente, su alumna estrella, Jill Pollard (Emma Stone), se sentirá enamorada de este docente en desolación.

La película está aderezada con citas de Kant, Kierkegaard, Sartre, Heidegger y Hannah Arendt.Recordemos que estos últimos vivieron una situación similar a la que se relata en esta trama. Incluso, viene bien a alumnos de filosofía y a libre pensadores dar un vistazo a esta cinta pues de fondo lo que se plantea es la banalidad del mal. Hannah Arendt analizó y escribió sobre las atrocidades que hicieron los nazis y su modo de comportarse en los Juicios de Núremberg. Cuenta que Eichmann se justificó diciendo que había cumplido órdenes y que no manifestó remordimiento, compasión o culpa. ¿En qué momento un asesino se desconectó de su parte humana?

Regresemos a la película. La alumna Jill busca e invita al profesor Abe a caminar y tomar un café. Ella se siente atraída por él, pero no es el amor lo que saca de la depresión a su maestro. Escuchando una charla, Abe se siente impulsado a hacer justicia ante un ‘performance’ que oye en la mesa vecina. Aquí es donde guardo silencio sobre el desenlace de este filme, que recomiendo ver.

Kant decía que siempre, bajo cualquier circunstancia, se debe decir la verdad y nunca mentir. Dilemas de este tipo nos llevan a, por ejemplo, si estoy por cruzar la calle y el semáforo está en rojo, reviso a los lados y no hay ningún vehículo ni cerca, ni lejos, ¿será que siempre estará mal atravesar la calle antes de que se ponga el verde?

Entiendo que, de alguna manera, la ética tiende a ayudarnos a encontrar parámetros y criterios que nos permitan distinguir lo bueno de lo malo. Sin embargo, la vida nos reta con situaciones límite y ahí viene el enredo. ¿En qué momento lo correcto deja de serlo? ¿En qué situación podemos permitirnos faltar a lo reglamentado? ¿Es el razonamiento lo único que nos lleva a saber lo que tenemos que hacer ante cualquier eventualidad? ¿Qué luz nos puede iluminar en nuestro actuar y decidir?

Woody Allen es maravilloso para sacarnos profundas e inesperadas carcajadas, también es un genio al situarnos ante el drama de la tensión del dilema moral, como en Match Point y en Blue Jasmine. No siempre la vida se resuelve con un golpe de suerte o de manera accidental. Ante tal situación, tenemos que decidir y ahí nos jugamos la existencia. Si somos creyentes, quizá es aquí, en el ruedo y ante el toro, donde Dios nos dice: “utiliza eso que te di, la conciencia” y «¡no te deshumanices!».

@elmayo

Por favor, síguenos y comparte: