Por Fernando PASCUAL |

 

El deseo de alargar la propia existencia anida en cada ser vivo. A través de la comida, de la lucha, del sueño, el viviente prolonga sus días. A través de la reproducción, intenta dejar un sucesor en la cadena.

El fracaso, sin embargo, resulta inevitable. Será a causa de un accidente. O llegará por el ataque de un depredador. O simplemente, la vejez y las enfermedades dirán la última palabra. Todo ha terminado.

La supervivencia no es posible para los individuos. Tampoco lo es para las especies: tarde o temprano llegan las extinciones. Lo que pasó a los dinosaurios o a los dodos pasará un día a las águilas y a las hormigas.

Entonces, ¿qué sentido tiene la lucha por perdurar en el tiempo, aunque sea con la ayuda de los hijos? ¿Para qué tantos esfuerzos por mantener encendida la lámpara de la vida? ¿Somos los vivientes una pasión inútil, como comentaban algunos existencialistas?

A pesar de que el curso de los eventos terminará un día (suponemos que muy lejano) con las formas de vida que ahora conocemos, y quizá con toda posibilidad de vida en nuestro planeta, la supervivencia se presenta como algo deseable, como un bien.

Si no la viésemos así, dejaríamos de luchar por la propia vida y por la de quienes amamos. Perdería sentido el esfuerzo por mantener limpio el ambiente, por proteger el agua que alivia a ciervos y petirrojos, por construir hospitales y por aumentar las cosechas.

El bien de la vida, en la perspectiva filosófica, exige una continuidad más allá del tiempo. Lo cual es posible solo si admitimos la condición espiritual de algunos vivientes. Ellos dan sentido pleno al misterio de la vida.

Para algunos, resultaría ilusorio admitir la idea del espíritu inmortal, como si se tratase de una autosugestión humana que sostiene nuestras luchas destinadas al más completo fracaso. Pero solo si tenemos un alma que no perece, tiene sentido trabajar por la justicia en este mundo, proteger a los débiles, esperar que en una vida tras la muerte se alcance la perfección tan deseada.

¿Es posible la supervivencia? En las visiones materialistas, no: llegará el día de la gran destrucción cósmica. En las visiones que reconocen el espíritu, sí. Porque un alma espiritual continúa su existencia en el horizonte de lo eterno, gracias al poder de Dios que es, cariñosamente, amante de la vida (cf. Sab 11,26).

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