“Los pastores y los Magos nos enseñan que para encontrar a Jesús es necesario saber levantar la mirada hacia el cielo”: es la invitación que el Papa Francisco hizo a todos los peregrinos reunidos en la plaza San Pedro para la oración del Angelus, en el día en que la Iglesia celebra la Epifanía del Señor. El Papa, que durante la mañana había celebrado la misa en la basílica, explicó también qué significa “levantar la mirada al cielo”: “no estar replegados sobre sí mismos, en el propio egoísmo, sino tener el corazón y la mente abiertos al horizonte de Dios, que siempre nos sorprende, saber acoger sus mensajes y responder con prontitud y generosidad”.
“Los pastores de Belén – reiteró – se precipitaron inmediatamente a ver a Jesús, no porque fueran especialmente buenos, sino porque velaban de noche y, levantando los ojos al cielo, vieron un signo, escucharon su mensaje y lo siguieron. De la misma manera los Magos: escrutaban los cielos, vieron una nueva estrella, interpretaron el signo y se pusieron en camino, desde lejos.”.
“Los Magos –continuó – «al ver “la estrella se llenaron de alegría” (Mt 2,10). También para nosotros hay una gran consolación al ver la estrella, o sea en el sentirnos guiados y no abandonados a nuestro destino. Y la estrella es el Evangelio, la Palabra del Señor, como dice el Salmo: “Tu palabra es una lámpara para mis pasos, y una luz en mi camino” (119,105). Esta luz nos guía hacia Cristo. ¡Sin la escucha del Evangelio, no es posible encontrarlo! IEn efecto, los Magos, siguiendo la estrella llegaron al lugar donde se encontraba Jesús. Y allí “encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron” (Mt 2,11)”.
“La experiencia de los Magos nos exhorta a no contentarnos con la mediocridad, a no “vivir al día”, sino a buscar el sentido de las cosas, a escrutar con pasión el gran misterio de la vida. Y nos enseña a no escandalizarnos de la pequeñez y de la pobreza, sino a reconocer la majestad en la humildad, y saber arrodillarnos frente a ella”.
Y concluyó: “Que la Virgen María, que acogió a los Magos en Belén, nos ayude a levantar la mirada de nosotros mismos, a dejarnos guiar por la estrella del Evangelio para encontrar a Jesús, y a saber abajarnos para adorarlo. Así podremos llevar a los demás un rayo de su luz, y compartir con ellos la alegría del camino”.
Luego de la oración mariana, Francisco expresó su “cercanía espiritual a los hermanos y hermanas del Oriente cristiano, católicos y ortodoxos, muchos de los cuales celebran mañana el Nacimiento del Señor. A ellos llegue nuestro deseo de paz y de bien”. E improvisando, agregó: «¡Y también, un buen aplauso como saludo!».
El pontífice recordó también que «la Epifanía es la Jornada Mundial de la Infancia Misionera. Es la fiesta de los niños que, con sus oraciones y sus sacrificios, ayudan a sus coetáneos más necesitados haciéndose misioneros y testigos de fraternidad y de solidaridad.».