“El Bautismo se recibe una vez sola, pero debe ser testimoniada cada día, porque es una vida nueva para compartir y luz para comunicar, especialmente a cuántos viven en condiciones no dignas del hombre y caminan por senderos tenebrosos». “En el día en el cual la Iglesia celebra el Bautismo de Jesús, el Papa Francisco, que esta mañana bautizó a 26 niños, evidenció en el Angelus, el significado y la responsabilidad ligados al primer sacramento.

A las veinte mil personas que estaban presentes en la plaza de san Pedro para recitar la plegaria mariana, el Papa les ha dicho, después del Angelus, que “en esta fiesta del bautismo de Jesús, según la tradición he bautizado a numerosos niños. Ahora quisiera agregar una especial bendición a todos los niños que fueron bautizados recientemente, pero también a los jóvenes y a los adultos que han recibido hace poco los Sacramentos de la iniciación cristiana y o que para ello se están preparando. ¡La gracia de Cristo los acompañe siempre!”

Antes de recitar la oración, el Papa recordó que hoy “el Evangelio nos presenta a Jesús, en las aguas del río Jordán, al centro de una maravillosa revelación divina. Escribe san Lucas. “Mientras Jesús, recibido también Él el bautismo, estaba en oración, el cielo se abrió y descendió sobre Él el Espíritu Santo en forma corpórea, como una paloma y se oyó una voz del cielo: “Tú eres mi Hijo, el amado, en Tí he puesto mi predilección” (Lc. 3,21-22). De este modo Jesús es consagrado y manifestado por el Padre como el Mesías salvador y liberador. En este evento- confirmado por los cuatro Evangelios- sucedió el pasaje del bautismo de Juan Bautista, basado en el símbolo del agua, al Bautismo de Jesús “en Espíritu Santo y fuego” (Lc 3,16)”.

“El Espíritu Santo, de hecho en el Bautismo cristiano es el artífice principal: es aquel que quema y destruye el pecado original, restituyendo al bautizado la belleza de la gracia divina; es Aquel que nos libera del dominio de la tinieblas, o sea del pecado y nos transfiere al reino de la luz, esto es dela amor, de la verdad y de la paz. Esta es la luz. Pensemos ¡a qué dignidad nos lleva el Bautismo! “Cuán grande es el amor que nos dio el Padre para ser llamados hijos de Dios, ¡y lo somos realmente! (Jn 1-3,1), exclama el apóstol Juan. Tal realidad estupenda de ser hijos de Dios comporta la responsabilidad de seguir a Jesús, el Siervo obediente y reproducir en nosotros mismos sus lineamientos, o sea la mansedumbre, la humildad, la ternura. Y esto no es fácil, especialmente si alrededor de nosotros hay tanta intolerancia, soberbia, dureza. ¡Pero con la fuerza que nos viene del Espíritu Santo es posible!”

“El Espíritu Santo, recibido por la primera vez en el día de nuestro Bautismo, nos abre el corazón a la Verdad, a toda la Verdad. El Espíritu empuja nuestra vida hacia el sendero comprometido pero alegre de la caridad y de la solidaridad hacia nuestros hermanos. El Espíritu nos dona la ternura del perdón divino y no llena con la fuerza invencible de la misericordia del Padre. No olvidemos que el Espíritu Santo es una presencia viva y vivificante en quien lo recibe, ruega en nosotros y nos llena de alegría espiritual”.

“Hoy, fiesta del Bautismo de Jesús, pensemos en el día de nuestro Bautismo; todos nosotros fuimos bautizados, agradezcamos este don. Y les hago una pregunta: ¿quién de vosotros conoce la fecha de vuestro Bautismo? No todos”. De aquí la invitación que Francisco volvió a hacer, a buscar la fecha del bautismo, pidiendo a los padres que lo busquen en las parroquias. Esta es una tarea, agregó, buscar la fecha del bautismo. “Es una fecha para festejar, para reafirmar nuestra adhesión a Jesús, con el compromiso de vivir como cristianos, miembros de la Iglesia y de una humanidad nueva, en la cual somos todos hermanos. El bautismo se recibe  una vez sola, pero debe ser testimoniada todos los días, especialmente a cuántos viven en condiciones no dignas del hombre y caminan por senderos tenebrosos. La Virgen María, primera discípula de su Hijo Jesús, nos ayude a vivir con alegría y fervor apostólico nuestro Bautismo recibiendo cada día el don del Espíritu Santo, que nos hace hijos de Dios”.

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