Por Fernando Daniel ESPINOSA POZO | Tuxtla Gutiérrez, Chiapas |

 

“La vida se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad. De hecho, los que más disfrutan de la vida son los que dejan la seguridad de la orilla y se apasionan en la misión de comunicar vida a los demás”. (V conferencia general del episcopado Latinoamericano y del caribe, Documento de Aparecida, 360.)

El 12 de diciembre del 2015, se dio a conocer oficialmente que el Papa Francisco visitaría México, pero ¿Qué hay de especial en que Su Santidad visite un país más? Podemos comprenderlo desde la originalidad de la persona de Jorge Mario Bergoglio; quien es conocido naturalmente como quien no se anda con rodeos y se preocupa por los más pobres, no sólo económicamente sino espiritualmente; aquellos que son excluidos de la sociedad; los que nada de atractivo tienen para la sociedad del consumo, la apariencia y el egoísmo. Lo que en palabras del mismo Francisco llama la “periferia”.

Francisco, con su itinerario de la visita a México, nos sigue demostrando que: no son las palabras las demuestran que es posible vivir el mensaje cristiano, sino que es la práctica, a través de los gestos, los detalles y las acciones, que demuestran el mensaje evangélico, pues, solo así se es capaz de dar la vida por el bien de todos, que es el ejemplo dado por Jesús, fundador de la fe cristiana.

Cuando alguien va de misión a llevar la Palabra de Dios, primero debe llegar a un lugar estratégico, organizarse considerando las necesidades primordiales para atender, incluso si se presenta una necesidad de improvisto el misionero la atiende con prontitud y sabiduría, para luego partir hacia el objetivo, ese lugar donde se necesita la luz del Evangelio a través del misionero.

Este proceso parece no es diferente, ante la próxima visita del Santo Padre que planea reunirse con las autoridades, sociedad civil y cuerpo diplomático, así como con los Obispos de México en Catedral Metropolitana y la Santa Misa en la Basílica de Guadalupe. Luego, a Ecatepec y de nuevo el Centro de México, para continuar con su visita apostólica hacia Chiapas; para encontrarse con las personas miembros de las diferentes culturas originarias y encontrarse con las familias; después a Morelia para Misa con Sacerdotes, religiosas, religiosos, consagrados y seminaristas, posteriormente encontrarse con jóvenes, y por último, hacia Chihuahua, donde planea visitar a los presos, “el mundo del trabajo en el colegio de bachilleres de Estado de Chihuahua”, y la Santa Misa. Estados que geográficamente rodean al País, del sur, al oeste y norte.

La periferia es su vez, un lugar y grupo de personas, quienes necesitan más que el resto de los demás, pues hoy el Papa habla de la “cultura del descarte” del “desecho de las personas”, de ahí que la Iglesia insista: “procura estar siempre allí donde hace más falta la luz y la vida del Resucitado. En orden a que este impulso misionero sea cada vez más intenso, generoso y fecundo”. (Evangelii Gaudium 30). Que como bien sabemos a ejemplo de Jesucristo, y como bien nos viene mostrando el Santo Padre, el testimonio es necesario para la evangelización, pero el amor es crucial, pues si yo no tengo amor nada soy. (Cfr. 1Cor 13)

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