Entrañable Dios es el título del libro recientemente publicado por dos prestigiosos teólogos, Xabier Pikaza y José Antonio Pagola, con motivo del año jubilar 2016, proclamado por el papa Francisco. Dos son los presupuestos que hilvanan las páginas del texto. Primero, uno de los valores esenciales que humanizan al hombre es la misericordia, entendida como amor que brota de la entraña de Dios y que se expresa en obras de justicia y fidelidad humanas. Segundo, de la entraña de Dios y de nuestra acogida a su amor, en justicia y fidelidad, depende el futuro de la vida, pues de la misericordia nacemos y solo en ella vivimos, de forma que si la olvidamos, respondiendo con pura violencia a la violencia del ambiente, acabaremos matándonos todos.
Pagola expone el tema de conjunto a partir de una fehaciente constatación: Jesús de Nazaret ha sido un hombre —tal vez el único— que ha vivido y comunicado una experiencia sana de Dios. Él no habla de un Dios indiferente o lejano, olvidado de sus creaturas o interesado en su honor, su gloria o sus derechos. No habla de un Dios legislador, que intenta gobernar el mundo por medio de leyes, ni de un Dios justiciero, irritado ante el pecado de sus hijos. Para Jesús, Dios es compasión. Esta es su imagen preferida: Dios siente por sus criaturas lo que una madre siente por el hijo que lleva en su vientre. Dios nos lleva en sus entrañas. Según Pagola, esa experiencia de la compasión de Dios fue el punto de partida de toda la actuación contracultural de Jesús, que lo condujo a introducir en la historia de la humanidad un nuevo principio de actuación: vivir curando a los que sufren. Esto implica una interiorización del sufrimiento ajeno; una reacción que lleva a un comportamiento activo. Finalmente, esa reacción se va concretando en compromisos diversos orientados a erradicar o aliviar ese sufrimiento.
Para explicarlo de manera gráfica, Pagola recurre al clásico texto de Mateo 25, donde encontramos la parábola sobre el veredicto final de todas las naciones. Allí están gentes de todas las razas y pueblos, de todas las culturas y religiones, las generaciones de todos los tiempos. Se escuchará la palabra final que lo esclarecerá todo. Dos grupos van emergiendo de aquella muchedumbre. Unos son llamados a recibir la bendición de Dios para heredar su reino; a otros se le invita a apartarse. Cada grupo se dirige hacia el lugar que ellos mismos han escogido. Unos han reaccionado con compasión ante los necesitados; los otros han vivido indiferentes ante su sufrimiento. Unos han vivido movidos por la compasión, otros no. La salvación de la humanidad está en ayudar a los desgraciados del mundo a vivir humana y dignamente. La perdición, por el contrario, está en la indiferencia ante ese sufrimiento.
Pikaza, por su parte, hace un rastreo de este modo entrañable de ser de Dios analizando distintos momentos de la Biblia. Señala que en el Antiguo Testamento se retrata básicamente a un “Dios compasivo y clemente, paciente, rico en bondad y lealtad”. Este Dios con entrañas de misericordia se hace presente en las leyes de protección a los débiles y de redención del jubileo, a las que se une el mensaje de los profetas y la oración de los Salmos. Y el Nuevo Testamento es descrito por Pikaza como el “tiempo de misericordia”. Jesús es presentado como el iniciador y testigo de la misericordia “humana” de Dios, no solo en el sermón de Nazaret del capítulo 4 del Evangelio de Lucas, sino en toda su vida, tal como se despliega y ratifica en las seis obras de misericordia de las que se habla en el capítulo 25 del Evangelio de Mateo: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, acoger al extranjero, vestir al denudo, visitar/cuidar al enfermo, y visitar/cuidar a los encarcelados.
Finalmente, partiendo de esa base, Pikaza explica que la Iglesia ha fijado el camino de las obras de misericordia, corporales y espirituales, como revelación de Dios y compromiso de vida de los seres humanos. De ahí que dichas obras definen como de gracia y exigencia, de sensibilidad y humanidad, de justicia y transformación social, y, al mismo tiempo, teológicas (porque nos unen a Dios) y eclesiales (porque en el corazón de la Iglesia se instaura un servicio de compasión solidaria con los pobres). Cuando el papa convocó al año santo dedicado a la misericordia, manifestó que lo hacía con el propósito de “despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina”. El libro de Pikaza y Pagola es un excelente trabajo que puede contribuir a este objetivo. Es, como afirman sus autores, “un libro de testimonio y estudio, de oración y compromiso, que se ratifica en las obras de misericordia, abriendo un camino de enseñanza práctica cristiana que nos hace colaboradores de Dios en su tarea creadora y salvadora”.
En definitiva, la idea fuerza de Entrañable Dios es que la primera tarea de los seguidores de Jesús, hoy y siempre, es la reacción misericordiosa ante los últimos del mundo. Porque “no hay progreso humano, no hay política progresista, no hay religión verdadera, no hay proclamación responsable de los derechos humanos, no hay justicia en el mundo si no es acercándonos a los últimos con la seriedad de la compasión de Dios”.
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