Por Rodrigo AGUILAR MARTÍNEZ, Obispo de Tehuacán |

“El nombre de Dios es misericordia”, nos dice el Papa Francisco, y así se titula el libro de una entrevista que ha dado hace poco.

Dios misericordioso se manifiesta lleno de ternura, de bondad, de amor que perdona a todos y siempre.

El Señor de la Divina Misericordia es Cristo Jesús que irradia luz que ilumina sin cegar, poder que sana sin aplastar, corazón que ama sin atosigar.

Es equivocada la mentalidad de la cultura actual que con frecuencia ve la misericordia como debilidad, falta de energía, aflojar en la exigencia de justicia, dar la razón al malvado y que siga haciendo de las suyas.

Cristo Jesús da la verdadera libertad: hace libres del egoísmo, del engaño, de la corrupción; libres para creer, para convertirnos, para amar con nobleza de corazón.

También nos dice el Papa Francisco que “la misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia”.

La misericordia es un don que nos concede Cristo y una tarea que nos encomienda a la Iglesia.

Como discípulos misioneros de Jesucristo, hemos de ser seguidores y testigos de la misericordia que perdona e infunde esperanza.

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