Por Felipe ARIZMENDI ESQUIVEL, Obispo de San Cristóbal de Las Casas |
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El Presidente de la República ha enviado una iniciativa de ley al Congreso de la República, para que se permita el uso de la marihuana con fines terapéuticos y que las personas puedan llevar consigo una cantidad de 28 gramos, sin que sea delito. Se aduce como motivo el ya no criminalizar a los consumidores, influir en la rebaja del precio de la droga, quitarles fuerza y poder a los grandes traficantes, a quienes el gobierno se compromete a seguir persiguiendo.
Untarse marihuana para curar dolores corporales, ha sido una costumbre aceptable. Dios nos dio las plantas para nuestro bien, y algunas tienen propiedades curativas que debemos conocer y saber usar.
Pero liberalizar la portación y el consumo de 28 gramos de marihuana, nos traerá consecuencias deplorables. Pronto veremos que, en cualquier fiesta, ponen en las mesas pequeñas dosis, para el libre consumo de los invitados. Se empieza por pequeñas cantidades, para luego caer en cadenas de las que difícilmente podrán liberarse. ¡A dónde llegaremos!
PENSAR |
Durante su reciente visita a nuestro país, el Papa Francisco nos dijo a los obispos: “Me preocupan particularmente tantos que, seducidos por la potencia vaci?a del mundo, exaltan las quimeras y se revisten de sus macabros si?mbolos para comercializar la muerte. Les ruego por favor no minusvalorar el desafi?o e?tico y anti ci?vico que el narcotra?fico representa para la juventud y para la entera sociedad mexicana, comprendida la Iglesia.
La proporcio?n del feno?meno, la complejidad de sus causas, la inmensidad de su extensio?n, como meta?stasis que devora, la gravedad de la violencia que disgrega y sus trastornadas conexiones, no nos consienten a nosotros, Pastores de la Iglesia, refugiarnos en condenas gene?ricas, sino que exigen un coraje profe?tico y un serio y cualificado proyecto pastoral para contribuir, gradualmente, a entretejer aquella delicada red humana, sin la cual todos seri?amos desde el inicio derrotados por tal insidiosa amenaza. So?lo comenzando por las familias; acerca?ndonos y abrazando la periferia humana y existencial de los territorios desolados de nuestras ciudades; involucrando a las comunidades parroquiales, las escuelas, las instituciones comunitarias, las comunidades poli?ticas, las estructuras de seguridad; so?lo asi? se podra? liberar totalmente de las aguas en las cuales lamentablemente se ahogan tantas vidas, sea la vida de quien muere como vi?ctima, sea la de quien delante de Dios tendra? siempre las manos manchadas de sangre, aunque tenga los bolsillos llenos de dinero so?rdido y la conciencia anestesiada”.
A los jóvenes en Morelia: “Ustedes son la riqueza de Me?xico, ustedes son la riqueza de la Iglesia. Entiendo que muchas veces se vuelve difi?cil sentirse la riqueza cuando nos vemos continuamente expuestos a la pe?rdida de amigos o de familiares en manos del narcotra?fico, de las drogas, de organizaciones criminales que siembran el terror. Es mentira que la u?nica forma de vivir, de poder ser joven es dejando la vida en manos del narcotra?fico o de todos aquellos que lo u?nico que esta?n haciendo es sembrar destruccio?n y muerte”.
En Ciudad Juárez: “Uno de los flagelos ma?s grandes a los que se ven expuestos los jo?venes es la falta de oportunidades de estudio y de trabajo. Y esta pobreza y marginacio?n es el mejor caldo de cultivo para que caigan en el ci?rculo del narcotra?fico y de la violencia. Es un lujo que hoy no nos podemos dar; no se puede dejar solo y abandonado el presente y el futuro de Me?xico”.
ACTUAR
Como es previsible que los legisladores aprueben la iniciativa que les envió el ejecutivo federal, exhorto a padres de familia, educadores, catequistas y agentes de pastoral, que nos esforcemos por consolidar las familias, pues allí está la base que formará personas capaces de ejercer su libertad responsable ante tantas ofertas que les van a llegar. Sin familias estables, algunos caerán en las garras de la marihuana, como caen en el alcohol, y terminarán tirados en las calles, o en centros de rehabilitación. ¡Salvemos la familia, y salvaremos a México!