Por Mónica MUÑOZ |
En muchos países, el día de la madre tiene un significado muy especial, no se diga en México, donde cada 10 de mayo las tiendas, restaurantes, cafés y en general todos los comercios se llenan de gente que desea festejar a la autora de sus días, demostrando con un detalle el gran amor que le tienen. Tal como ocurrió hace dos semanas.
Porque es innegable que la figura materna representa todo lo bueno, puro y ejemplar a lo que el ser humano aspira; por ello, nos desvivimos para rendir homenaje a esta insigne figura, principal pilar de la mayoría de los hogares mexicanos.
Por supuesto, las escuelas primarias recurren aún al consabido festival, donde los pequeños derrochan talento y simpatía y entregan a sus mamás alguna manualidad elaborada por ellos para obsequiarles, porque, es obvio, las mamás acuden porque desean ver a sus hijos bailar…o al menos esa es la intención.
Sin embargo, en días pasados, en las redes sociales me encontré con la noticia de que en una escuela primaria de Ciudad Madero, Tamaulipas, el director decidió hacer un evento más original y “deleitar” a las madres de familia contratando bailarines exóticos para festejar tan sagrado día. Incluso existe un video del evento, como testimonio de tan torpe decisión.
Como es natural, tal disparate me pareció indignante, lo que me llevó a pensar, ¿qué pasaba por la cabeza de este individuo cuando se le ocurrió llevar hombres con poca ropa a un evento donde el objetivo es que las mujeres que tienen un hogar se sientan orgullosas de lo que sus pequeños hacen para retribuir su dedicación y sacrificios? Como es de esperarse, comenté que el hecho era denigrante, además de todo lo que implica transformar un centro educativo en un antro de mala muerte.
Para mi sorpresa, abundaron los comentarios apoyando la iniciativa, a muchos les parecía una puntada muy simpática, otros más tachaban a quienes nos manifestábamos en contra como retrógradas y de tener poco criterio, algunos decían que “una vez al año no hace daño”, o que no le veían nada de malo, en fin, que es impensable cómo se han perdido los valores más básicos. Sobre todo porque la nota añadía que algunos padres de familia se habían mostrado molestos. Y cómo no, solo hay que imaginar lo que sintieron al enterarse de que en pleno día y en una escuela primaria, sus esposas habían tenido una presentación privada de desnudistas contratados por el director de la institución donde se están educando sus hijos.
Para empezar, un espectáculo de esa naturaleza convierte a una persona en un objeto, sea hombre o mujer, porque también hubo quien defendía la postura de la igualdad entre hombres y mujeres, sosteniendo que si se hubiera tratado de un show para varones la cosa habría cambiado…por supuesto que hubiera sido exactamente lo mismo.
En seguida, hay que pensar en que la dignidad de esas mujeres se vio vulnerada sin previo aviso, porque no creo que todas hubieran estado cómodas con el espectáculo, sin embargo el señor director pensó por todas y creyó que estarían encantadas con el asunto. En realidad la nota no especificaba que alguna de las presentes se hubiera quejado, pero quiero pensar que hubo inconformes.
En segundo lugar, hay que recordar que una pareja se debe fidelidad, pues han optado tener una vida en común sin que nadie ni nada los separe. Aún entre los no casados y los que solo son novios, se entiende que para que su relación funcione, nadie más debe existir en sus vidas. Ni siquiera de manera ocasional. En la fotografía que acompañaba la nota periodística se ven dos bailarines que tienen a una mujer sentada en una silla en medio de ellos, mientras mueven sus caderas muy cerca de su cara. Irónicamente, detrás de las tres personas cuelga un letrero adornado con flores con las palabras: “felicidades mamá, el amor de madre es el más puro”. ¿Qué habrá dicho el esposo de la susodicha? ¿Y sus hijos?
No olvidemos que las malas intenciones entran por los sentidos, especialmente por los ojos. Si queremos respeto, debemos dar respeto. Sobre todo hay que comenzar por entender que si permitimos que alguien se sobrepase con nosotros, hombres o mujeres, es porque no hemos entendido de qué se trata este valor. Respetarse implica cuidar cuerpo y alma, evitar peligros innecesarios y alejarnos de lo que nos pueda dañar. Parece sencillo, pero quien no lo ha aprendido de pequeño en su casa, difícilmente podrá aplicarlo durante su vida si no se concientiza de esa carencia. Y menos respetará a los demás, llámense padres, hermanos, hijos, amigos o pareja. Aprender a respetarse a sí mismo es garantía de relaciones duraderas y felices, porque la persona tendrá la capacidad de tratar a los demás como le gusta que la traten a ella.
¡Que tengan una excelente semana!