Por Fernando PASCUAL |

 

Una frase de la cultura china dice que mil caminos nacen bajo tus pies. En otras palabras, el ser humano se caracteriza por un indeterminismo casi inimaginable.

Porque cada paso que realizamos puede dirigirse hacia el norte o hacia el sur, hacia la honradez o hacia el vicio, hacia el amor o hacia el odio, hacia el piso de arriba o hacia el piso de abajo.

El indeterminismo humano nos toca como protagonistas, porque sabemos que muchos actos pueden ser realizados ahora o después, o simplemente dejados de lado. Y porque depende de nosotros ir hacia una dirección justa o hacia un objetivo equivocado.

Ese indeterminismo nos toca como beneficiarios. Encontrar fácilmente un buen médico fue posible gracias a las decisiones adecuadas de tantas personas que pensaron seriamente en cómo mejorar el nivel de estudios en las facultades de medicina.

Nos toca también como “víctimas”. Perder el propio trabajo fue el resultado de las decisiones equivocadas de un político, de un empresario, de un banquero o de uno que repetía continuamente que era nuestro amigo.

Tomar conciencia del indeterminismo humano ayuda a ver con realismo, con una sana circunspección, y con una prudencia madura, la propia vida y la de quienes están cerca o lejos, sin incurrir en el fatalismo y sin caminar en un optimismo irresponsable.

Nada es seguro en el horizonte humano, porque cada uno puede escoger desde la ponderación de las canas o desde prisas peligrosas, con la mirada puesta en el bien común o según intereses mezquinos que al final crean daños graves en muchos inocentes, y muchas veces también en uno mismo.

¿Cómo será mi día? ¿Qué haré ante las encrucijadas que se me presenten? ¿Estoy preparado para acoger golpes extraños o sorpresas agradables? ¿Afrontaré las decisiones con sabiduría o desde prejuicios engañosos? ¿Tendré la prudencia necesaria para reaccionar ante lo imprevisto y las contrariedades?

El indeterminismo es parte inevitable de nuestra vida humana. Ante el misterio del futuro, vale la pena pensar bien las cosas, prevenir daños y promover caminos positivos. Solo entonces será posible, Dios así lo quiera, avanzar hacia el bien, la justicia, la belleza, la verdad y la sana convivencia.

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