El Papa Francisco ha iniciado su viaje apostólico a Armenia, «el primer país cristiano» -como reza el lema del viaje-, como peregrino, en este Año Jubilar, «para tomar de la sabiduría antigua de su pueblo y abrevarme de las fuentes de su fe, rocosa como sus famosas cruces esculpidas en la piedra».

Francisco envió un video mensaje al pueblo armenio, donde expresa su alegría por este encuentro. «Voy hacia las místicas alturas de Armenia como su hermano, animado por el deseo de ver sus rostros, de rezar junto a ustedes y de compartir el don de la amistad. Su historia y las vicisitudes de su amado pueblo suscitan en mí admiración y dolor: admiración, porque han encontrado en la cruz de Jesús y en su ingenio la fuerza de volverse a levantar siempre, también de sufrimientos que se encuentran entre los más terribles que recuerde la humanidad; dolor, por las tragedias que sus padres han vivido en su carne».

El Papa ha invitado a que los recuerdos dolorosos no se adueñen del corazón; «frente a los repetidos asaltos del mal, no nos rindamos. Hagamos más bien como Noé, que después del diluvio no se cansó de mirar hacia el cielo y de soltar varias veces a la paloma, hasta que esta regresó, trayendo en su pico una rama verde de olivo (Gen 8,11): era la señal que la vida podía volver a comenzar y la esperanza debía resurgir».

El Santo Padre ha dicho que «como siervo del Evangelio y mensajero de paz deseo ir entre ustedes, para apoyar todo esfuerzo sobre el camino de la paz y compartir nuestros pasos sobre el sendero de la reconciliación, que genera la esperanza».

 

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