ESPECIAL | CANONIZACIÓN DE JOSÉ SÁNCHEZ DEL RÍO |

Por Gilberto HERNÁNDEZ GARCÍA |

José Sánchez del Río fue un joven David contra un tirano Goliat, que vence, con su testimonio martirial, a todo el gran poderío que entonces ejercía en México un proyecto de descatolización y de asesinato de la libertad religiosa, que es un derecho fundamental. Un muchachito, que no había cumplido aún los 15 años, es capaz de oponerse a este inmenso poderío y de derrotarlo con su testimonio de Mártir, concluyendo su vida con el grito de «¡Viva Cristo Rey y la Virgen de Guadalupe!», como todos los mártires mexicanos de la persecución religiosa”.

Quien así habla es el sacerdote Fidel González Fernández, misionero comboniano, consultor de la Congregación para la Causa de los Santos desde 1985; en ese Dicasterio ha participado como miembro de sus Comisiones históricas y teológicas en numerosos casos y relator de algunos de los procesos; entre ellos de los mártires de la persecución religiosa anticatólica en el México de las primeras décadas del siglo XX. Es el Postulador de la Causa de canonización de José Sánchez del Río; adolescente mártir de la época cristera en México, quien será declarado santo por el Papa Francisco este 16 de octubre.

Católico probado en tiempos difíciles

Al referirse sobre el “perfil” del nuevo santo mexicano, el postulador de su causa señaló que “los 27 testigos de su Proceso sobre el martirio lo recuerdan como un muchacho normal, sano y de carácter jovial, y aseguran que acudía al catecismo y se distinguía por su compromiso en las difíciles actividades parroquiales, no permitidas en aquellos tiempos de persecución; se acercaba a los sacramentos, cuando podía, porque el culto público estaba prohibido, poniendo en peligro su vida; rezaba cada día el santo rosario junto con su familia, profundamente cristiana”.

“Él fue un enamorado de la Eucaristía desde niño, desde su Primera Comunión. La Adoración Nocturna es el hilo rojo que une a todos estos Mártires”; subraya el misionero comboniano.

El padre Fidel asegura que “Joselito”, a pesar de ser todavía muy joven, sabía muy bien lo que estaba viviendo México en aquella persecución. “La experiencia del martirio de Anacleto González Flores lo reforzó todavía más en su deseo de dar su vida por Cristo en defensa de la fe. Como se pregunta uno de los testigos del Proceso: «¿De dónde tomó aquella fuerza este muchacho inocente como Tarcisio y valiente como Sebastián? La resolución de unirse a los cristeros surgió durante aquella visita-peregrinación a la tumba de Anacleto González Flores. Le pidió ser mártir como él»”.

Fe vivida en familia

El padre González Fernández destaca el papel de la familia de José en su formación cristiana y en la resolución que el adolescente tomó en la defensa de la fe católica que entendía amenazada: “Sus papás eran católicos practicantes: le inculcaron los principios fundamentales de la Religión. La familia juega un papel muy importante en su educación”.

“Ante el drama de un México donde los principios fundamentales de la libertad religiosa eran negados, los sacerdotes encarcelados y destruidos, José quiso unirse a un movimiento popular de defensa de la libertad religiosa donde se encontraban muchos de sus amigos y parientes. No querían sus papás dejarle porque lo consideraban demasiado chico pero logró convencerles y se unió a los cristeros”.

“Ciertamente su papá intentó salvarlo [cuando cayó preso]; hasta pagó cerca de 5,000 pesos de oro, reuniendo esta cantidad con sus amistades, incluso de Guadalajara. El papá entregó el dinero, pero de todos modos mataron a su hijo. Éste no fue caso único en que los asesinos obraron así.

Reconocimiento popular de su martirio

El postulador señala que desde el momento de su muerte, la población lo ha considerado un testigo fiel de Cristo: “José Sánchez del Río fue torturado en el bautisterio de la iglesia donde había sido bautizado, y el pueblo de Sahuayo lo considera Mártir desde el primer momento, pues la gente, con telas, recoge la sangre que el Mártir va dejando por el camino al Cementerio, donde lo remataron”.

De ahí que el testimonio de fe de Joselito sea para los católicos de México y del mundo entero una fuerte interpelación: “México aprende de este niño, que la fe no se vende por ningún privilegio; México aprende que la fe se vive hasta las últimas consecuencias y que la fe católica siempre da puerta para vivir con dignidad la propia libertad de conciencia y la libertad religiosa”.

El sacerdote misionero considera que Joselito puede ser Patrono de la juventud; “una juventud hoy desorientada, y que necesita tener con claridad una motivación para vivir. José Sánchez del Río encontró motivación en Cristo, fuente de la libertad. Estoy convencido de que este joven-adolescente puede ser presentado como ejemplo a seguir por su auténtica experiencia cristiana que da dignidad a las personas y abre horizontes grandes para una juventud que actualmente es atraída por montones de opciones efímeras, que al final son espejismos engañosos”.

Mártires, corazón del catolicismo de México

El padre Fidel González comenta que en México hay más adolescentes mártires como Joselito, pero no se han iniciado sus procesos de reconocimiento de martirio. “Se trata de la fe de un pueblo católico, en que encontramos representados todos los estadios de vida. Todos los Mártires constituyen el corazón de un catolicismo mexicano del que se puede palpar y sentir su latido.

 

Con información de las Obras Misionales Pontificias (OMP) de España y de  Carmen Elena Villa (El Pueblo católico)

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