“En la noche de los conflictos que estamos atravesando, las religiones son auroras de paz, semillas de renacimiento entre devastaciones de muerte, ecos de diálogo que resuenan sin descanso, caminos de encuentro y reconciliación para llegar allí donde los intentos de mediación oficiales parecen no surtir efecto”, lo dijo el Papa Francisco en el Encuentro Interreligioso con el Jeque y los Representantes de las otras Comunidades Religiosas de Azerbaiyán.

En la última actividad oficial de su 16° Viaje Internacional a Azerbaiyán, el Santo Padre agradeció a los Líderes religiosos de este país caucásico por la acogida que le brindaron, porque reunirnos aquí, dijo el Papa, “es un gran signo de amistad fraterna en este lugar de oración, un signo que manifiesta esa armonía que las religiones juntas pueden construir a partir de las relaciones personales y de la buena voluntad de los responsables”.

“Aquí se desea custodiar el gran patrimonio de las religiones y se busca al mismo tiempo una mayor y fecunda apertura – agregó el Pontífice – es lo que ayuda a construir sociedades mejores y pacíficas”. La fraternidad y el intercambio que queremos aumentar, precisó el Obispo de Roma, no será apreciado por aquellos que quieren hacer hincapié en las divisiones, reavivar tensiones y sacar ganancias de conflictos y controversias; sin embargo, son invocados y esperados por quienes desean el bien común, y sobre todo agradan a Dios, compasivo y misericordioso.

Abrirse a los demás no empobrece, subrayó el Sucesor de Pedro, sino que más bien enriquece, porque ayuda a ser más humanos: “a reconocerse parte activa de un todo más grande y a interpretar la vida como un regalo para los otros; a ver como objetivo no los propios intereses, sino el bien de la humanidad; a actuar sin idealismos y sin intervencionismos, sin ninguna interferencia perjudicial o acción forzada, sino siempre respetando la dinámica histórica de las culturas y de las tradiciones religiosas”. Las religiones tienen precisamente una gran tarea, señaló el Pontífice: “acompañar a los hombres en la búsqueda del sentido de la vida, ayudándoles a entender que las limitadas capacidades del ser humano y los bienes de este mundo nunca deben convertirse en un absoluto”.

Por lo tanto, concluyó el Papa Francisco, la religión es una necesidad para el hombre, para realizar su fin, una brújula para orientarlo hacia el bien y alejarlo del mal, que está siempre al acecho en la puerta de su corazón. “En este sentido, las religiones tienen una tarea educativa: ayudar al hombre a dar lo mejor de sí. Y nosotros, como guías, tenemos una gran responsabilidad para ofrecer respuestas auténticas a la búsqueda del hombre, a menudo perdido en las vertiginosas paradojas de nuestro tiempo”. En la noche de los conflictos que estamos atravesando, las religiones son auroras de paz, semillas de renacimiento entre devastaciones de muerte, ecos de diálogo que resuenan sin descanso, caminos de encuentro y reconciliación para llegar allí donde los intentos de mediación oficiales parecen no surtir efecto. Especialmente en esta querida región del Cáucaso, que yo tanto quería visitar y a la cual he venido como peregrino de paz, que las religiones sean vehículos activos para superar las tragedias del pasado y las tensiones de hoy.

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