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El Papa Francisco ha seguido insistiendo sobre el tema de la paz. Una paz que se vuelve más urgente debido a los diversos conflictos que se dan en el escenario mundial. Su nuevo llamamiento a favor de la paz lo ha hecho en un encuentro que sostuvo este lunes 9 de enero con el Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede.

En un largo discurso, el Santo Padre habló sobre la importancia de la acción de las religiones por la paz y por lo tanto su compromiso a negar que uno pueda matar en nombre de Dios; la promoción del desarme, sobre todo nuclear y la no violencia; la protección de los migrantes y de los niños; la defensa de la naturaleza y el valor de la libertad religiosa.

Compromiso por la paz

La paz no es “simple ausencia de guerra” y exige “el compromiso de las personas de buena voluntad” que aspiran a “una justicia cada vez más perfecta”. Para combatir el terrorismo fundamentalista hay que “garantizar en el espacio público el derecho a la libertad religiosa” y “evitar que se den las condiciones favorables para la propagación de los fundamentalismos”. El camino hacia la paz y la seguridad pasa por el desarrollo de una justa distribución de los recursos.

Francisco dijo que para muchas personas la paz es “todavía una simple ilusión lejana”, puesto que millones de personas “viven hoy en medio de conflictos insensatos. Incluso en aquellos lugares que en otro tiempo se consideraban seguros se advierte un sentimiento general de miedo”.

La paz no es sólo ausencia de guerra

Para los cristianos, explica Francisco, la paz es don de Dios, “un bien positivo” y no “la simple ausencia de la guerra”. No puede, pues, ser reducida “sólo al establecimiento de un equilibrio de las fuerzas adversarias”, sino que exige “el compromiso” de quien aspira “a una justicia cada vez más perfecta”. El Papa afirma que está vivamente convencido de que “toda expresión religiosa está llamada a promover la paz”, aunque recuerda que “se ha cometido violencia por razones religiosas, comenzando precisamente por Europa, donde las divisiones históricas entre cristianos han durado mucho tiempo”. Al mismo tiempo, explica, no hay que olvidar las obras de inspiración religiosa que “contribuyen, incluso a menudo con el sacrificio de los mártires, a la construcción del bien común por medio de la educación y la asistencia, sobre todo en las regiones más desfavorecidas y en las zonas de conflicto”. Obras que “contribuyen a la paz” y atestiguan que es posible, concretamente, “vivir y trabajar juntos, a pesar de pertenecer a pueblos, culturas y tradiciones diferentes”.

El Santo Padre también expresó que “es necesario un compromiso común en favor de los inmigrantes, los refugiados y los desplazados, que haga posible el darles una acogida digna”. Esto implica a capacidad de conjugar el derecho de cada ser humano a migrar y garantizar, al mismo tiempo, “la posibilidad de una integración de los inmigrantes en los tejidos sociales en los que se insertan, sin que éstos sientan amenazada su seguridad, su identidad cultural y sus propios equilibrios políticos y sociales”.

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