El pasado viernes 27 de enero, el presidente Donald Trump, promulgó un decreto sobre la “protección de la nación contra la entrada de terroristas extranjeros a Estados Unidos”,  que prohíbe el ingreso de ciudadanos de sietes países musulmanes.

Dicha medida provocó pronunciamientos en contra, como fue el caso de Catholic Relief Services (CRS), institución de la Iglesia Católica americana, la cual demandó al Gobierno suspender la orden ejecutiva, hasta crear otra con un mejor enfoque y más humana.

Sean Callahan, presidente y director ejecutivo de CRS, a través de un comunicado, considera que la medida sólo restringe la capacidad de quienes huyen de sus países por situaciones de violencia, con el único propósito de refugiarse y proteger a su familia. Y, como agencia humanitaria y de desarrollo internacional, entienden las dificultades que los refugiados atraviesan durante este proceso.

“La realidad es que enviar de regreso a los refugiados puede entrañar consecuencias de vida o muerte. Lo sabemos por nuestra experiencia de trabajo con estas personas en algunos de los lugares más peligrosos” señala Callahan.

También explica que, a nivel mundial, hay más de 21 millones de refugiados que huyen de la violencia y terrorismo en sus países de origen. Por lo que las organizaciones que protegen y ayudan a los refugiados comienzan a tener dificultades para responder a las necesidades. Estados Unidos, afirma el director ejecutivo, es un modelo de libertad y esperanza, y debe continuar siéndolo, así que esperan en el año en curso, puedan entrar al país 110 mil personas refugiadas.

“La generosidad de nuestros aliados en el extranjero es increíble; nosotros debemos esa misma generosidad a las víctimas, a nuestros aliados y a nosotros mismo, para continuar con el reasentamiento de los refugiados más vulnerables, respetando los elevados niveles de ayuda previstas inicialmente” expuso Sean Callahan.

Finalmente, el director de CRS, organismo fundado hace más de 70 años con la finalidad de ayudar a los refugiados que huían de la Segunda Guerra Mundial, dijo que con frecuencia los refugiados en territorio americano se siente orgullosos del país al que llegan, porque saben que significa libertad.

“Nos unimos a las innumerables voces católicas de todo el país, y del mundo, que demandan acciones basadas en nuestras obligaciones morales. Pero este no es sólo un mensaje católico; este es un mensaje estadounidense. Es el mensaje que debemos enviar a las personas necesitadas de todo el mundo. Acoger a los necesitados forma parte del ADN de Estados Unidos”, subrayó Callahan.

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