Por Sergio GUZMÁN, SJ |

La Palabra es un don. El otro es un don

Papa Francisco

“La Cuaresma es un nuevo comienzo, un camino que nos lleva a un destino seguro: la Pascua de Resurrección, la victoria de Cristo sobre la muerte. Y en este tiempo recibimos siempre una fuerte llamada a la conversión: el cristiano está llamado a volver a Dios «de todo corazón» (Jl 2,12), a no contentarse con una vida mediocre, sino a crecer en la amistad con el Señor”, con estas palabras el Santo Padre Francisco comienza su Mensaje para la Cuaresma 2017. Más adelante, con la ayuda de la parábola del hombre rico y el pobre Lázaro (cfr. Lc 16, 19-31), nos dará algunas pistas para alcanzar la verdadera felicidad exhortándonos a una sincera conversión.

A luz de este documento, que podemos leer en www.vatican.va, recomiendo algunas películas que, como parábolas, pueden ayudarnos a reflexionar en la propia vida, en cómo estamos viviendo y cómo podemos volver a Dios y a los otros de todo corazón.

La Strada de Federico Fellini (Italia, 1954, 104 min.)

Esta película nos habla de un amor hasta el extremo (cfr. Jn 13, 1). Gelsomina (Giulietta Masina) es vendida por su madre al circiense y brutal Zampanó (Anthony Quinn). Pese a la actitud agresiva y violenta de Zampanó, la muchacha se siente atraída por este estilo de vida en la strada (la calle); sobre todo cuando su dueño la incluye como parte del espectáculo. Aunque varios de los personajes que se encuentra en el camino le ofrecen que se una a ellos, Gelsomina no se separa de su amado. El Papa Francisco nos dice en el Menaje de Cuaresma: “Cada vida que encontramos es un don y merece acogida, respeto y amor. La Palabra de Dios nos ayuda a abrir los ojos para acoger la vida y amarla, sobre todo cuando es débil”. Gelsomina, la muchachita de la calle, la payasita de tierna mirada, es maestra en esto.

El hombre equivocado de Alfred Hitchcock (EUA, 1956, 105 min.)

La película trata una historia real: la de Christopher Emmanuel Balestrero, un hombre acusado de un crimen que cometió. Llama la atención lo que significan sus nombres: Cristobal, “el que lleva a Cristo”; Emmanuel, “Dios con nosotros”. Con una excelente interpretación de Henry Fonda vemos a este hombre bueno (honrado, felizmente casado, padre ejemplar), llevado de un lado a otro como Jesús en su pasión (cfr. Lc 22-23). Ante el tribunal, en unas escenas impactantes y conmovedoras, podemos exclamar: “Verdaderamente este hombre era justo” (Lc 23, 47). Una película, como tantas de Hitchcock, que no nos deja tranquilos… y nos puede llevar a reflexionar en lo que no dice el Papa Francisco: “La Cuaresma es un tiempo propicio para abrir la puerta a cualquier necesitado y reconocer en él o en ella el rostro de Cristo”.

El Evangelio según san Mateo de Pier Paolo Pasolini (Italia, 1964, 130 min.)

Una obra maestra de la cinematografía que presenta con respeto, emotividad y realismo la vida de Jesús según el Evangelio de san Mateo. Con pocos recursos, con actores no profesionales, utilizando decorados mínimos, con una banda sonora que va desde las misas de Bach y Mozart hasta el blues, Pasolini crea una historia convincente de Jesús. La película sigue de manera líneal los 28 capítulos de Mateo desde la Anunciación hasta la Resurrección. Nunca podremos saber con exactitud cómo era físicamente Jesús de Nazarert; pero el Jesús que nos presenta Pasolini convence, conmueve y nos puede ayudar a aproximarnos al rostro lleno de amor, ternura y compasión de Jesús. Ganadora del premio OCIC (Organización Católica Internacional de Cine), hoy SIGNIS, en 1964.

Gran Torino de Clint Eastwood (EUA, 2008, 116 min.)

Walt Kowalski (Clint Eastwood) es un viudo que vive con su perra Daisy en Highland Park (Míchigan), un barrio recientemente «invadido» por inmigrantes de procedencia asiática (comunidad hmong). Walt se muestra siempre frío y malhumorado con sus nuevos vecinos, hasta que descubre a un joven llamado Thao Vang Lor (Bee Vang) intentando robar su Gran Troino. Ya veremos la transformación del personaje y cómo toda la película puede ser una parábola cristiana. “La justa relación con las personas consiste en reconocer con gratitud su valor. Incluso el pobre en la puerta del rico, no es una carga molesta, sino una llamada a convertirse y a cambiar de vida. La primera invitación que nos hace esta parábola (del hombre rico y el pobre Lázaro) es la de abrir la puerta de nuestro corazón al otro, porque cada persona es un don, sea vecino nuestro o un pobre desconocido”, nos dice el Papa en su mensaje.

Chocolate de Lasse Hallström (Reino Unido, 2000, 121 min.)

La película nos remonta hasta el año 1959  -año en que el Papa Juan XXIII sueña y anuncia la celebración de un Concilio-, donde en un plano de vuelo somos llevados hasta una aldea gris y fría de la campiña francesa. En la iglesia del pueblo, a puertas cerradas, el sacerdote anuncia el comienzo de la cuaresma y exhorta al ayuno y a la penitencia. Desde el púlpito el sacerdote pregunta y se pregunta: “¿Dónde encontraremos la verdad? ¿Dónde se empieza a buscarla?”. Antes de terminar su sermón… un fuerte viento abre las puertas e irrumpe en toda la Iglesia. En este tiempo de Cuaresma una mujer y su hija llegan al pueblo y abren una chocolatería. Comer o no comer, salir o encerrarse, acoger o rechazar son los dilemas a los que se enfrentarán los protagonistas de esta historia.

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