Por Sergio Estrada |

Situaciones como la muerte de un ser querido y en este caso de fenómenos naturales destructivos como sismos, huracanes o inundaciones pueden provocar en algunas personas trastornos postraumáticos: “Se caracterizan por sentimientos de estrés, miedo o insomnio ante un evento aun cuando haya pasado”, así lo preciso el padre Daniel Portillo, psicólogo y académico de la Universidad Pontificia de México.

En mejor concepto el “Estrés postraumático” es calificado por un trastorno de ansiedad o desorden que sufren el ser humano después de haber vivido un evento traumático o de mucho peligro en su vida, sin embargo, es natural que un ser humano sienta esto, ese sentimiento alerta el cuerpo a reaccionar huyendo tratando de evitar ese momento: “Sin embargo, la personas que sufren trastorno de estrés postraumático continuo siguen sintiendo síntomas de destrucción mucho después de que hay pasado el evento. Este trastorno se da en todas las edades y género.” explicó el psicólogo.

Los más afectados son los niños.

El Director del Centro de protección al menor de la UPM, argumento que en los niños ante estos eventos se debe trabajar de manera especial, debido a que por su corta edad pueden quedar con esos sentimientos de miedo y ansiedad: “En primer lugar se debe analizar la situación y la edad de los niños. Lo mejor es la distracción mental después del suceso y explicar las cosas a su nivel de entendimiento sin tecnicismos porque no lo comprenderían”.

En este sentido, subrayó el investigador: “Se tiene la necesidad de compartir estos momentos sin que haya devaluaciones en las emociones y afectos. Todos sentimos de manera diferente: Hay gente que tiene conductas que no siente el evento y lo toma de manera más ligera y otras de manera catatónica que pueden estar llorando durante el evento así como personas que pueden estar en constante depresión después del acontecimiento. En niños un método que se utiliza es la generación de “cuentos narrativos”, es decir, distraer la mente de los niños con juegos y explicar todo lo sucedido a su nivel de comprensión y poco a poco se tiende a normalizar la situación emocional”.

En el caso de los adultos, analizó el sacerdote, deben convivir con familiares, amigos o hacer grupos de autoayuda en la sociedad y narrar lo que cada quien experimento y vivió: “Es importante escuchar lo que la gente vivió y experimentó y lo que la persona está sintiendo. Ante esto es hacer una distinción entre el hecho histórico y psicológico, el histórico es lo que sucedió y el psicológico es lo que va sintiendo cada persona”.

“Muchas situaciones generan replicas psicológicas y traen situaciones de conflicto en el matrimonio, en las familias o sociales y es necesario identificar estás replicas si tienen repercusiones en las conductas de las personas”, sostuvo el P. Portillo.

A nivel social aclaró que se puede poner fin a una época de conducta apática: “Este fenómeno natural ayudó a que la sociedad se involucrará más en la realidad que vivimos principalmente en los jóvenes que nos hizo ver su reacción ante desastres y sentimientos encontrados. Ver a los jóvenes involucrados en las tareas de rescate nos hace pensar que es una versión distinta a los que la psicología presentó de los jóvenes y esto nos da una pauta para abrir una posibilidad de perfiles psicológicos en la sociedad”.

En este sentido, aclaro que en psicoterapia un evento por el cual pasamos es capaz de remover conciencias y sensibilizar a las personas y nos hacen tocar el sentido más profundo de lo que vivimos capaz de remover las fronteras de indiferencia y vivir los valores: “El reto fundamental es dar sentido profundo de los acontecimientos extraordinarios de lo que sentimos, porque ahora la gente a aprendido a confiar un poco más en los demás”.

El punto de vista del Evangelio.

Desde la perspectiva del Evangelio, el psicoterapeuta de la UPM señaló que estas situaciones se deben ver como esperanzadoras: “Se debe quitar la falsa imagen de un Dios castigador, sino que es justo. De lo contrario estaría en función de la naturaleza castigar, pero no es así es una función de purificación. Dios nos acompaña en estos eventos y nos hace cambiar y nos permita reaccionar para que surjan lo mejor de cada persona y su autoestima como pueblo y los valores compartidos para ofrecer a los demás”.

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