AGENDA INTERNACIONAL | Por Georg EICKHOFF |
Al terminar este mes, se estarán celebrando los 500 años de la reforma luterana. La fecha del 31 de octubre de 1517 se indica para la célebre, pero quizás mítica y no real, proclamación de las 95 tesis que Martín Lutero habría clavado a la puerta de la Schlosskirche de Wittenberg, ciudad que se encuentra en aquella Alemania oriental, sometida, hasta 1989, a cuarenta y cuatro años de dictadura comunista, después de otros 12 años de dictadura fascista.
En esta misma parte de Alemania la ultraderecha racista acaba de celebrar una gran victoria electoral. En el Estado de Sajonia es inclusive la primera fuerza. ¿Qué le está pasando a Alemania?
Anesu es de origen africano, creció en París y estudia derecho en Holanda. Discutiendo con sus amigos alemanes, en la misma noche de las elecciones del 24 de septiembre, llama a la calma: “Tranquilos. Ustedes son seres humanos, con o sin historia alemana. Algunos de Ustedes pueden estar frustrados, asustados, enojados o llenos de odio. Lo conocemos en Francia con la gente de Le Pen. A partir de hoy, Alemania es más normal.”
Normal. A los alemanes les gusta ser normales. La misma Angela Merkel es un ejemplo de ello. Le gusta ser muy normal. Así ganó las elecciones por cuarta vez, sin estridencias, simplemente normal.
El comediante y psicólogo Konrad Beikircher, arraigado en Renania, una de las regiones más católicas de Alemania, reflexiona sobre el alma y las creencias de los alemanes. Cuando le preguntan si su confesión es la protestante o la católica, responde que su confesión es “normal”. Resulta que él es católico. Eso es normal para él. Abraza esta normalidad con fuerza y fe.
Ahora, los alemanes, enfrentados a una migración fuerte, al islam, al islamismo y al terrorismo como todos los otros, tienen que afrontar la normalidad de tener un partido racista y xenófobo en el parlamento. Ya hubo una reacción significativa para “normalizar” y controlar esta novedad: el partido socialdemócrata SPD dejará el gobierno y será la primera fuerza de la oposición. En el parlamentarismo alemán es importante quien lidera la minoría. Los socialdemócratas no quieren dejar este papel destacado a los racistas y demagogos.
El racismo es una parte de “la historia del miedo en Occidente” que, ya hace 40 años, investigaba Jean Delumeau. Las religiones siempre han sido una manera de controlar el miedo. El este de Alemania pertenece a la región más secularizada de todo el planeta. En ningún otro lugar de la tierra, tantas personas afirman que no hay Dios. Es sorprendente que no haya más miedo, más odio y más xenofobia en esta parte. Algo estará haciendo bien Alemania para ser “normal”, a pesar de todo.