Por Virginia Gordillo Gordillo |

“María dio a luz a su primer y único hijo, un varón. Lo envolvió en tiras de tela y lo acostó en un pesebre, porque no había alojamiento disponible para ellos.” (Lucas 2, 7)

 

En la época navideña, todo el mundo piensa en su hogar y familia.

¿Quién no quiere tener una Navidad hogareña? Es un bello ideal, con regalos bajo el árbol. Todos quieren sentarse alrededor del árbol y la mesa familiar, disfrutando de las comidas de fiesta, el círculo familiar, la cálida seguridad.

Pero cuando uno se pone a pensar en la primera Navidad, ninguno de sus protagonistas se encontraba en su casa.

María y José no se alojaban en una casa. Ni siquiera gozaban de posada alguna; peregrinaban en busca de un lugar seguro porque estaba próxima la hora del alumbramiento. Los pastores no disfrutaban la fogata de sus hogares sino para protegerse un poco del frío de las periferias en el que su oficio les obligaba a permanecer. Los magos iban vagando desde muy lejos de sus casas en su búsqueda del niño Jesús.

Jesucristo mismo, por supuesto, había viajado aun de más lejos de casa, habiendo dejado la Gloria del Cielo y el compañerismo Trinitario para vestirse de humildad en la forma de un infante.

Al pensarlo más, sólo los villanos de la Navidad: Herodes, los maestros de la ley y el posadero, se encontraban en su casa.

Es una gran ironía, de hecho, que el verdadero significado de la Navidad no tiene nada que ver con estar en casa, más bien, tiene todo que ver con dejar el hogar de uno para emprender una misión justa, para ir al encuentro de los que tienen necesidad de un Salvador.

Así como sucedió a la Sagrada Familia de Nazaret, el fenómeno de la inmigración reproduce este drama en tantas otras familias.

Muchos inmigrantes se encontrarán, como sucede cada año en Navidad, muy lejos de sus amados familiares y de su hogar; ellos han recorrido miles de kilómetros desde distintas partes del mundo para salvar las vidas de ellos, para prepararles un camino a una tierra prometida, para intentar asegurarles un mejor futuro y forjando con su esfuerzo y la senda de la oportunidad de mejores condiciones de vida.

En esta época, ofrezcámosles, además de nuestra oración, nuestro respeto y nuestra ayuda solidaria. De ese modo, ellos, por medio de nosotros, podrán conocer el amor ilimitado y misericordioso de Dios, reflejado en Cristo, el Salvador que ellos necesitan, no sólo ahora, sino siempre y para la eternidad.

Para los que tienen un techo y una patria y para los que no lo tienen y se encuentran en algún punto del camino hacia tierra prometida que anhelan, nosotros, los que integramos la Casa del Migrante: Jesús Esperanza en el Camino les deseamos una ¡Feliz Navidad!

 

Ayudemos a los migrantes en su paso por Tuxtla

Si alguien desea ayudar a la Casa del Migrante con despensa, ropa o calzado, insumos de aseo e higiene, medicamentos pueden ponerse en contacto con nosotros en 1ª poniente y 16 sur #1664, en el Barrio San Francisco de Tuxtla Gutiérrez o llamar al teléfono 961 60 00402, también escribir al email: movilidadmt25@hotmail.com con la señora Vicky Gordillo.

 

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