Homilía breve y bien preparadaA continuación el Pontífice manifestó que, para hacer llegar su mensaje, Cristo “se sirve de la palabra del sacerdote, que después del Evangelio, pronuncia la homilía”, y tras puntualizar que la homilía “no es un discurso de circunstancia”, ni una conferencia o una lección, dejó los papeles de lado para insistir en la importancia de la brevedad de las homilías para mantener la atención de la asamblea, y también en la buena preparación previa, que abarque tanto el estudio de la palabra de Dios como la oración. Y se explayó dando un tiempo: no más de diez minutos de duración.
“A continuación – dijo en español – viene la homilía. Como parte de la misma liturgia, no es un discurso o una conferencia, sino que retoma ese diálogo entre Dios y su pueblo. La predicación debe orientar a todos, también al predicador, hacia una comunión con Cristo en la Eucaristía que transforme la vida. Para ello, no sólo es importante que quien predica cumpla bien su ministerio, sino que también los que escuchan han de procurar hacerlo con las mejores disposiciones interiores”.
Escuchar, meditar y obrar
“Recuerden lo que dije la última vez – instó el Papa hablando en italiano – la Palabra del Señor entra por las orejas, llega al corazón, y va a las manos, a las buenas obras”. “Si nos ponemos a la escucha de la Buena Noticia, seremos convertidos y transformados, y por lo tanto seremos capaces de cambiar nosotros mismos y al mundo”, expresó.
En la conclusión de su catequesis impartida en español, el Santo Padre invitó a que contemplando a la Virgen María, nos esforcemos como ella “para escuchar la Palabra del Señor con un corazón dócil y sencillo, y así poder hacerla carne en nosotros traduciéndola en obras de amor y de santidad”.
Información de VaticanNews