De todo lo que oímos, de todo lo que nos llega, tenemos que aprender a distinguir lo que nos pide Cristo. Para eso es necesaria una buena formación basada en el discernimiento de la voz del Señor.

“La Iglesia hoy necesita crecer en la capacidad de discernimiento espiritual. Hay muchas maneras de emplear bien la vida poniéndola al servicio de los ideales humanos y cristianos. Fuimos creados por Dios por amor y para amar. Necesitamos “leer desde dentro” lo que el Señor nos pide, para vivir en el amor y ser continuadores de esta su misión de amor.

El tiempo en el que vivimos nos exige desarrollar una profunda capacidad para discernir… Discernir, de entre todas las voces, cuál es la voz del Señor, cuál es la voz de Él que nos conduce a la Resurrección, a la Vida, y la voz que nos libra de caer en la “cultura de la muerte”.

Recemos juntos para que toda la Iglesia reconozca la urgencia de la formación en el discernimiento espiritual, en el plano personal y comunitario.”

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