Por Mónica Olvera
Sabemos que el cuarto mandamiento de la ley de Dios no dice así exactamente, sin embargo podemos deducir que también incluye a la suegra y suegro. Aquí algunos puntos o razones de por qué y cómo prolongar este amor y honra hacia ellos, viviéndolo como parte del mismo:
1.- Aunque sea muy obvio, ayuda pensar que el cónyuge no vino de la nada, proviene de una familia, gracias a la cual está aquí. Si no fuera por sus padres no existiría y esto es suficiente para respetarles y estarles agradecido.
2.- Empieza por permitir y fomentar que tu pareja honre a tus suegros, independientemente de si lo “merecen” o no, el mandamiento no hace exclusiones.
3.- Probablemente después de ti y tus hijos, sean las personas que él más quiere. Suele doler y cansar el escuchar continuas quejas en contra de la familia de origen, en cambio alegra el ver que aman a quienes amamos. Un acto de bondad para con los míos puede sentirse como un acto de bondad para mí.
4.- Hay que ser ciegos o ingratos para no reconocer lo poco o mucho que ellos aportan y ofrecen al joven matrimonio. Valora la aceptación, apoyo y cariño que también te han prodigado.
5.- No olvides que hay un lazo especial que los une, aún cuando estén física o emocionalmente distanciados nadie puede sustituir a la familia. De ahí la importancia de cultivar especialmente estas relaciones como a nuestro prójimo más próximo.
6.- Aún cuando los esposos forman un núcleo nuevo y diferente, tiene mezcla de lo que cada uno aprendió y adquirió en sus familias de origen. Dialoguen acerca de lo que quieren elegir y adoptar para su proyecto familiar.
7.- No es conveniente aislarse por completo del contexto familiar, sería como quitarle a un árbol su raíz. Estamos llamados a conocer, aceptar y amar las propias raíces, aunque puedan estar algo dañadas, recordando que amar no significa estar de acuerdo con situaciones objetivamente nocivas.
8.- La mayoría deseamos sentirnos a gusto y no en zona de guerra cada vez que pasamos una tarde de sábado o domingo. Para gozar de relaciones sanas y armoniosas hay que evitar las comparaciones, chismes, envidias y murmuraciones que siembran desconfianza, resentimiento y terminan causando divisiones. Hagamos lo que nos corresponde que seguramente contagiaremos algo bueno.
9.- “La unión hace la fuerza”. Generalmente son las primeras personas a las que acudimos no sólo para celebraciones especiales sino para momentos difíciles. Es un gran alivio contar con ellos pase lo que pase; por lo mismo hay que poner el hombro cada vez que podamos y si nos adelantamos a sus necesidades, qué mejor.
10.- Nuestro comportamiento, sobre todo hacia los mayores o enfermos es un ejemplo que quedará grabado en el corazón de nuestros pequeños y puede enseñarles la paciencia, comprensión y servicio para cuando atravesemos nuestra vejez. “Con la manta que cubras a tu padre, tu hijo te cubrirá”.
Mónica Olvera es licenciada en Educación y Desarrollo con un diplomado de Teología del Amor, especialista en el Creighton Model System, da pláticas prematrimoniales.
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