El director general de Danone, Emmanuel Faber, de 54 años, se formó en la escuela de negocios parisina HEC (Hautes Études Commerciales (Estudios Comerciales Superiores), una de las más prestigiosas del mundo. Y el 10 de junio del 2016 fue invitado a dar el discurso de graduación con el que sorprendió a los presentes.

Emmanuel Faber, director general del grupo Danone: «Si esperan un discurso intelectual, quedarán decepcionados. ¿Qué es lo que más me marcó durante los años que pasé aquí, como ustedes, en el campus? He decidido hablarles de alguien que nació veinte años antes, en 1965, en Grenoble. Un joven que vivió una vida muy plena, una adolescencia más complicada, turbulenta, que dejó los estudios y consiguió un empleo como trabajador de obras públicas en los Alpes. Trabajaba en invierno en las carreteras.

«Un día decidió terminar sus estudios. Tuvo entonces su primer episodio y fue internado en el hospital psiquiátrico. Luego salió. Él amaba la tierra, amaba la agricultura, amaba a los campesinos. Decidió ser ingeniero agrónomo.
Lo consiguió.

«Empezó a trabajar. Tuvo entonces un segundo episodio, volvió a ser internado en un hospital psiquiátrico, y nunca pudo volver a trabajar como lo van a hacer ustedes o como lo hago yo.

«Pasó mucho tiempo en la calle tocando la guitarra, y se hizo amigo de quienes se levantan de madrugada pues no podía dormir a consecuencia de su enfermedad. Se hizo amigo de los basureros, que se levantan a las cuatro de la mañana (les preparaba termos de café), y de vez en cuando dormía con esa gente que ni yo ni ustedes, si hacemos el trabajo que aspiran, nos encontramos. Un día decidió volver al campo, en los Altos Alpes; por la mañana hacía queso y por la tarde la pasaba durmiendo, a causa de su enfermedad, e iba a hacerlo cerca de un manantial. Después de la siesta, con su viejo teléfono móvil, lo ponía cerca del manantial, y me llamaba, y me dejaba un mensaje en el buzón de voz. Todos los días. Solamente con el sonido del manantial. Yo podría estar negociando con el gobierno chino, al otro lado del planeta, en mi oficina de Sanghai, o en País, o en Barcelona, o en México, o quizá con ustedes, y tenía todos los días esta vocecita, una vez al día que me recordaba de dónde vengo. Un día, hace cinco años, pocas horas después de despedirme de él porque se iba a la montaña, él murió a consecuencia de su enfermedad. Era mi hermano. Lo que más me marco durante mis tres años aquí fue esa llamada que desearía no haber recibido nunca. A las nueve de la noche, aquí, en el edificio C, en la planta 4: ‘Faber, es para ti’. Y supe que mi hermano había sido ingresado por primera vez en el psiquiátrico con el diagnostico de una esquizofrenia severa. Mi vida cambió.

«Pocos de ustedes lo saben. Tuve que aprender a negociar con alguien que ha perdido la razón. Aprendí a pasar la noche buscándole por las calles, a conocer al mundo de los hospitales psiquiátricos, aprendí el lenguaje de los locos para poder mantener el diálogo con ellos, y aprendí la belleza de ese lenguaje, descubrí que la normalidad nos encierra mucho, descubrí la belleza de la alteridad.

«Me abrió muchas cosas. Gracias a él descubrí la amistad de los sin techo, y de vez en cuando voy a dormir con ellos. Descubrí que se puede vivir con muy poco y ser feliz. Y todo eso me ha enseñado una cosa: que a partir de ahora, tras estos decenios de crecimiento, el desafío de la economía, el desafío de la globalización, es la justicia social. Sin justicia social no habrá economía. Nosotros, los ricos, los privilegiados, podemos levantar muros cada vez más altos, como Estados Unidos con México, como se está haciendo alrededor de Europa. No habrá justicia climática sin justicia social.

«¿Y por qué les estoy diciendo todo esto? Porque hoy se gradúan. Se enfrentan al futuro y me gustaría felicitarlos a todos. Al mismo tiempo, tienen ahora un instrumento muy poderoso en sus manos, y la cuestión es: ¿qué van a hacer con él? ¿Por qué se van a dedicar a las finanzas, a la mercadotecnia, a la abogacía, a la acción social, al liderazgo en los negocios y cómo van a manejar ese liderazgo en estas áreas? Porque de una cosa estoy seguro después de 25 años de experiencia: se les ha dicho que hay una ‘mano invisible’, y no la hay. O quizá hay una, pero les puedo decir que tiene más discapacidad que mi hermano: está rota. Así que solo están sus manos, mis manos, todas nuestras manos para cambiar las cosas y mejorarlas. Tendrán que superar tres grandes enfermedades que llegarán con facilidad al estatus que van a adquirir tras su graduación, amigos míos: el poder, el dinero y la gloria. De la gloria, olvídense.

«Es sólo una carrera sin fin que no conduce a ninguna parte. Las listas de famosos están para que la gente busque su nombre, pero a nadie le interesan. En cuanto al dinero…Cuando estaba en banca de inversión, ¡conocí tanta gente (y continúo haciéndolo) que son prisioneros del dinero que ganan! ¡Nunca sean esclavos del dinero! ¡Sean libres! Sea lo que sea en lo que lo ganes o lo que hagas con él, ¡sean libres!

«En cuanto al poder…miren a su alrededor. Verán mucha gente que tiene poder y que no hace nada más que conservar ese poder, asegurarse de seguir un día más. El poder solo tiene sentido si nuestro liderazgo es un liderazgo de servicio y cómo encontrar la forma de que sirva ese propósito. Ese es el objetivo que los hará ser quienes realmente son. Lo mejor de ustedes no son ustedes quien mejor lo conoce. Así que tengo una pregunta que me gustaría dejar a cada uno de ustedes. ¿Quién es tu hermano? ¿Quién es ese hermano menor, esa hermana menor que vive en cada uno de ustedes, que los conoce mejor que ustedes mismos, que los ama más de lo que se aman a ustedes mismos? Es esa vocecita la que les dice que son más grandes de lo que piensan que son. ¿Quiénes son? Ellos les traerán esa voz, esa música interior, esa melodía que es verdaderamente suya, que cambiará la sinfonía del mundo a su alrededor. Mucho o poco, lo hará. El mundo lo necesita y ustedes lo merecen. Así que encuentren a su hermano menor, a su hermana menor, y cuando los encuentren, salúdenlos de mi parte: somos amigos. Que les vaya bien».

Redacción
Con información de Religión en Libertad

 

Publicado en la edición impresa de El Observador del 8 de julio  de  2018 No. 1200

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